Análisis | La gestión política de la pandemia en Honduras: ¿hacia dónde vamos?

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Foto: The Guardian

Escrito por Eugenio Sosa, sociólogo e investigador del CESPAD

12 de mayo, 2020

La sociología permite entender que la pandemia Covid-19 es un hecho total, ya que trastoca todos los órdenes de la sociedad, empezando por los temas sanitarios, pasando por la economía, lo social, la gobernanza y hasta las relaciones e interacciones humanas a pequeña escala.  Las calles de América Latina hasta hace algunos meses pasaron de estar llenas de protestantes por el malestar con el neoliberalismo, y ahora  las calles se encuentran desoladas por el confinamiento de las familias y personas.

El Covid-19 proviene de la naturaleza, aunque hay teorías que sostienen que fue un experimento o creación, pero el comportamiento del Covid-19 en la sociedad no depende de su propia naturaleza, sino del comportamiento de las sociedades, depende de cómo se gestiona la pandemia. En otras palabras, la pandemia tiene un origen natural pero la gestión de la pandemia es un hecho esencialmente político, en el sentido amplio de la palabra.

 Entonces el comportamiento de la pandemia depende de la situación del sistema de  salud, de las políticas sanitarias, económicas, sociales, del comportamiento de los diferentes actores y del comportamiento de las personas en particular. Por ello, el comportamiento de la pandemia es diferente entre unos países y otros, así como las condiciones y la gestión política de la misma.

Así las cosas, sociedades como Suecia no asumieron el confinamiento y las consecuencias no fueron catastróficas como las de Estados Unidos y Brasil, por ejemplo. Si bien es cierto que en la gestión de la pandemia  unos países aprenden de otros, también es cierto que es muy poco probable que esas medidas se puedan calcar y copiar exitosamente. Producto de las diferencias entre algunos contextos, en Honduras, como en otros países, los expertos empezaron a hacer proyecciones con base al comportamiento de la pandemia en China, pero que la realidad nacional pronto empezó a desvirtuar.

En términos de  gestión  política de la pandemia, el gobierno hondureño  “camina a ciegas”. Al momento de escribir este artículo se han aplicado 7,105 pruebas o test de los cuales 1,830 han dado positivo y 108 han fallecido[1]. Esto hace apenas un promedio de pruebas diarias, muy por debajo de las pruebas que realizan los demás países de la región centroamericana, como en Costa Rica que ha llegado a realizar tres mil pruebas diarias. El gran problema de esto, es que en realidad después de más de 60 días de haberse presentado el primer caso[2], no se conoce exactamente que comportamiento está tomando la pandemia Covid-19 en Honduras. Esto genera incertidumbre en los diferentes actores económicos, políticos, sociales y en la ciudadanía en general.

Como consecuencia de lo anterior, el confinamiento también se encuentra en incertidumbre. Sin  una idea clara de las posibilidades de un retorno ordenado y planificado de la sociedad en general, pero a la vez siendo permisivos con la apertura de algunos sectores de la economía. El gobierno toma medidas fragmentadas y dispersas, no ha sido capaz de constituir un equipo multidisciplinario e incluyente de los diferentes actores de la sociedad y un plan integral para la conducción estratégica  durante la pandemia y en el contexto de la post-pandemia. Esta improvisación lleva  a la percepción de que se estará en un confinamiento eterno, o que si se suspende se podrá regresar al mismo en cualquier momento.

De hecho, el 21 de marzo del 2020 se publicó en la Gaceta el Decreto Ejecutivo número PCM 0-23-2020, que en el artículo 1 reforma el artículo 1 y  7 del Decreto Ejecutivo número PCM-005-2020 de fecha 10 de febrero de 2020, los cuáles se leerán así: “Artículo 1. Declarar Estado de emergencia y sanitaria en todo el territorio nacional, con el propósito de continuar y fortalecer las acciones de prevención y control y garantizar la atención a las personas que están padeciendo de dengue; así mismo fortalecer las alianzas de vigilancia, prevención, control y garantizar la atención a las personas ante la actual ocurrencia de infección por coronavirus (COVID-19). La declaratoria de emergencia a que se refiere este Decreto Ejecutivo tendrá vigencia hasta el 31 de diciembre  del año 2020, misma que podrá ser prorrogada”. Es decir la declaratoria de emergencia está abierta, pudiendo llegar hasta el 2021, dependiente de la decisión política de Juan Orlando Hernández como presidente del Poder Ejecutivo.

Estamos ante un modelo de gestión política de la pandemia Covid-19 que  es  autoritario, excluyente y opaco. Algunos días se realizan hasta tres cadenas diarias, la del Sistema Nacional del Sistema Nacional de Riesgos (SINAGER), la de la Policía Nacional y la de Juan Orlando Hernández, siendo éstas las más extensas e incluso frecuentemente se repiten. Las cadenas son más propaganda y menos comunicación, información y rendición de cuentas. El discurso de Juan Orlando Hernández en el contexto de pandemia  tiene una mezcla de posturas apocalípticas y de posturas mesiánicas. Por  un lado se  anuncia que “lo peor está por venir”, pero que  su prioridad es la vida de los hondureños y hondureñas. Es una especie de poder pastoral, “la ciudadanía está indefensa y yo la puedo salvar”, “ustedes están en alto riesgo, pero yo puedo salvarles. “Yo como el pastor, cuido de mis ovejas”. Pero para salvarles deben obedecer, deben someterse. Trasfondos como éstos están en el discurso de Juan Orlando Hernández.

La búsqueda de la fórmula mágica ha sido miedo y mesianismo. Se ha reafirmado tanto el miedo en la sociedad, que ésta ha sacado a flote conducta de discriminación y estigmatización que tiene la sociedad hacia las personas que tienen o sospechosas de Covid-19. Pero al presidente Juan Orlando Hernández no le están saliendo las cosas como las ha esperado. La pandemia le abrió la posibilidad de mejorar su precaria legitimidad política, pero no ha sido posible. El gobierno es incapaz de poner en primer lugar  a los más pobres, y las limitadas acciones como el “saco solidario” sigue operando con criterio político clientelar, reciben comida primero los de su partido y si sobra, hay para otros, pero no para todos. Además apenas empezaba la pandemia Covid-19 y ya habían estallado los escándalos de corrupción y en pleno contexto de pandemia la Fiscalía del Distrito Sur de Nueva York le recordó, a través de las acusaciones por tráfico de drogas al  ex director de la Policía Nacional, Juan Carlos Bonilla, conocido como el “tigre” Bonilla, sus supuestos vínculos con el narcotráfico[3].

Juan Orlando Hernández mantiene su estilo de gobernar exclusivamente con su grupo de allegados y en medio de lealtades. En el marco del Covid-19 ha rechazado la participación y colaboración del Colegio Médico de Honduras en la gestión de la pandemia y del Consejo Nacional Anticorrupción (CNA) en los procesos de auditoría  de los miles de millones de lempiras asignados para enfrentar el Covid-19. El gobierno ha recibido denuncias y cuestionamientos fuertes por la corrupción, especialmente sobre las compras a cargo del Comité Permanente de Contingencias (COPECO) y de Inversiones Estratégicas de Honduras (INVEST-H). Juan Orlando Hernández  no tuvo más opción que destituir a  Gabriel Rubí del cargo de director de COPECO[4]. Pero ha ignorado todas las denuncias y cuestionamientos hacia el director de INVEST-H, Marco Bográn[5].

Hernández Alvarado sigue siendo un presidente debilitado, pero también  sigue teniendo importantes recursos que le dan todavía un buen margen de maniobra política: el control de la institucionalidad estatal, la subordinación incondicional de las fuerzas policiales y militares, el apoyo de algunos sectores empresariales que aún en situación de pandemia siguen teniendo privilegios y siguen haciendo negocios con el Estado, el decreto de emergencia en el contexto de la pandemia y los miles de millones de lempiras que están en ejecución para atender la pandemia. Si Hernández Alvarado se siente acorralado por los juicios en Nueva York, ¿qué le puede impedir intentar perpetuarse  en el Gobierno, buscando un tercer periodo presidencial?

En las últimas semanas diferentes actores, como el presidente del Central Ejecutivo del Partido Liberal y Candidato presidencial, Luis Zelaya, han llamado la atención sobre  posible riesgo de las elecciones primarias y generales que se deben de realizar en marzo y noviembre del 2021, respectivamente. Hay procesos importantes para las elecciones que nos están concluidos y que crean incertidumbre acerca del proceso electoral, como la elaboración de un nuevo censo y  una nueva tarjeta de identidad, y  una nueva Ley electoral y de las organizaciones políticas. A esto hay que agregar que no hay consenso todavía sobre cómo resolver el tema de la reelección presidencial[6].

La oposición política y social ya estaba bastante fragmentada desde antes de la pandemia del Covid-19, y ahora el contexto de confinamiento le  es adverso y la desafía. La oposición hace dos años y medio está buscando la salida de Juan Orlando Hernández de la presidencia de la república, pero  parece que eso no será posible. Entonces hay un nuevo desafío: será capaz la oposición de cerrar las posibilidades de continuidad de Juan Orlando Hernández y del Partido Nacional.

La continuidad en el gobierno en el contexto post-Covid-19 de Juan Orlando Hernández y su grupo que controla el Partido Nacional, significa el retorno a la “vieja normalidad”, caracterizada por pobreza,  la violencia, la corrupción y las políticas neoliberales. El contexto post-confinamiento debe ser una oportunidad para impulsar la transformación nacional, popular y democrática de Honduras.

Descargue: Análisis23 – CESPAD

[1] Datos del 10 de mayo de 2020.

[2] El primer caso se presentó el 11 de marzo de 2020.

[3] Cespad. Cronología. Todos los caminos por tráfico de drogas en Nueva York, conducen al presidente Juan Orlando Hernández, 04 de mayo de 2020 (https://cespad.org.hn/2020/05/04/cronologia-todos-los-caminos-de-las-acusaciones-por-trafico-de-drogas-en-nueva-york-conducen-al-presidente-juan-orlando-hernandez/).

[4] Véase. Cespad. Análisis. ¿Qué hay detrás de la destitución de Rubí?, 26 de abril 2020

[5] Véase. CNA. La corrupción en tiempos de Covid-19. Parte II (https://www.cna.hn/2020/04/27/leer-mas/ ).

[6] Véase. CESPAD. Y entonces, ¿de quién es el plan de suprimir las elecciones generales y primarias en Honduras?, 10 de mayo de 2020 (https://cespad.org.hn/2020/05/10/y-entonces-de-quien-es-el-plan-de-suprimir-las-elecciones-primarias-y-generales-en-honduras/).