ANÁLISIS | ¿Por qué se van de Honduras? Un análisis de la migración en un contexto de exclusión social

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Escrito por Bladimir López Sánchez, analista político del CESPAD

30 de octubre 2017

Las caravanas de migrantes han reabierto el debate sobre los problemas que generan la migración en Honduras. En perspectiva histórica, la caravana nos ofrece un amplio campo de análisis que permite comprender los problemas estructurales de la sociedad hondureña (exclusión social, inseguridad y violencia, débil desarrollo socioeconómico) como elementos de fondo que históricamente han determinado los procesos migratorios en Honduras.

En perspectiva política, la caravana ha venido a poner en evidencia el carácter autoritario del régimen de Juan Orlando Hernández (JOH), al momento de gestionar la crisis migratoria nacional. En el fondo se evidencia que el régimen carece de propuestas integrales y sistémicas que den respuestas reales a la crisis migratoria nacional.

En perspectiva geopolítica, bajo el lema “Allá vamos Trump”, la caravana ha venido a recordarle al Gobierno de los Estados Unidos, por un lado, que a través de una “democracia tutelada de bajísima intensidad”, mantiene en el poder a gobernantes que frenan los procesos de democratización e inclusión social y, por otro lado, que a través de la migración y la búsqueda de refugio, los migrantes “persiguen sus recursos”,  hacia aquellos países que históricamente han despojado a sus naciones de los recursos generadores de riqueza y bienestar.

En ese marco se asienta la hipótesis principal de este análisis: la migración en Honduras es la manifestación de una crisis histórica del sistema social que promueve la migración forzada de la población hondureña hacia los Estados Unidos.

Dicha premisa nos obliga a plantearnos tres preguntas¿Cuál es el perfil del migrante hondureño? ¿Cuáles son los problemas estructurales que provocan la migración en Honduras?

I. La migración como objeto de estudio vs el populismo del régimen de JOH

No deja de ser preocupante la manera en que los últimos años el régimen de Hernández, apoyado por los medios de comunicación, ha venido generando una opinión pública que poco o nada abona al debate migratorio, en los esfuerzos de generar un posicionamiento crítico y reflexivo que movilice agendas encaminadas a transformar las estructuras que reproducen la migración en Honduras.

En ese marco, es de interés entrar en un rápida reflexión teórica-conceptual sobre el debate actual de la migración, con el objetivo de precisar un pequeño modelo metodológico que de pistas para comprender los elementos que generan la migración en Honduras y, por último, describir la manera en que este régimen de JOH ha venido abordando la crisis migratoria nacional.

A. El debate actual de la migración y sus tensiones paradigmáticas: el caso de la migración en Honduras

La migración es definida por la Organización Internacional de las Migraciones (OIM) como un “Movimiento de población hacia el territorio de otro Estado o dentro del mismo que abarca todo movimiento de personas sea cual fuere su tamaño, su composición o sus causas; incluye migración de refugiados, personas desplazadas, personas desarraigadas, migrantes económicos”.

Esa definición permite describir la dinámica socio-política sobre la cual se ha venido manifestando el fenómeno de la migración en Honduras. Este fenómeno se manifiesta alrededor de personas que solicitan refugio ante los altos niveles de violencia, el desplazamiento territorial por causas del crimen organizado, narcotráfico y proyectos extractivos y la migración por factores de desigualdades y exclusión social. Retomaremos la discusión en el tercer apartado.

En la teoría social sobre las migraciones existen distintos paradigmas y enfoques que buscan dar cuenta del fenómeno de la migración. Estos esfuerzos se han venido realizando alrededor de tres paradigmas: el paradigma neoclasicismo económico, que aborda el tema de las migraciones desde la racionalidad económica (la gente migra para obtener un mejor empleo y acrecentar sus ingresos). El paradigma de los sistema-mundiales, que hace énfasis en que la migración es un proceso a raíz del desarrollo desigual entre los países del centro y la periferia, en el cual los primeros despojan de sus recursos a los segundos. Y, por último, la teoría de las redes que, a través de un abordaje desde la racionalidad social, identifica problemas estructurales que promueven los flujos migratorios.

En el caso de este análisis, nos interesa comprender el tema del fenómeno migratorio nacional alrededor de la teoría de las redes migratorias, ya que ofrece una lectura estructural “desde el actor migrante”, sobre los problemas de fondo que causan la migración en Honduras.

B. La teoría de las redes migratorias: una aproximación para comprender el fenómeno de la migración en Honduras

Siguiendo la propuesta metodológica de Romina Rodríguez (2013: 52-55), el tema de las migraciones puede abordarse desde una posición prescriptiva y descriptiva. En los análisis migratorios estas dos posiciones se integran relacionalmente, con el objetivo de fundar un análisis integral y sistémico que brinde pistas sobre los elementos que provocan la migración en las sociedades.

La teoría de las redes en su posición descriptiva, estable que el fenómeno de la migración es impulsado por aquellas sociedades construidas sobre desigualdades estructurales y sofocadas por la violencia, exclusión social, pobreza, corrupción, impunidad y exclusión política. Desde la posición prescriptiva, las redes migratorias se fundan en relaciones de reciprocidad, confianza, parentesco y solidaridad.

En el caso de Honduras, la actual experiencia de las “caravanas migrantes” es un proceso que se ha caracterizado por dinamizar dos aspectos importantes, uno de manifestación político-económico y otro de manifestación político-cultural. En la primera manifestación resaltan elementos que dan pistas para comprender el fracaso del modelo de desarrollo como profundizador de la exclusión social, corrupción, impunidad y violencia. En la segunda manifestación recobra importancia la manera en que las “caravanas migrantes” han ido desarrollando una “red de caminantes de fuerza, apoyo y contención”, encontrando la seguridad que no tendrían viajando en el tren “la bestia”, migrando solos o arriesgándose a transgresiones, acosos, y golpes.

Hasta ahora esas implicaciones están erosionando y deslegitimando al régimen de JOH, a través de todo un posicionamiento internacional que señalan al gobierno como el responsable directo de la migración de hondureños y hondureñas. En ese marco, es importante comprender la manera en que el régimen ha venido abordando el tema de la migración en Honduras. El siguiente punto trata de aproximarse a la discusión.

C. El régimen de JOH ante la migración: entre la partidarización, criminalización y el populismo de derecha

El accionar del régimen no ha variado demasiado; su discurso se sigue sosteniendo alrededor de elementos que buscan generar en el imaginario de la población que los culpables son otros y que el régimen es víctima de una campaña que busca socavar la gobernabilidad del país.

De manera ligera, el régimen de JOH ha culpado a la oposición política-partidaria de ser la promotora intelectual de las “caravanas migrantes”, lo que ha desembocado en un intento de partidarización de la crisis migratoria nacional.

La criminalización de la migración ha sido tan evidente que altos funcionarios del régimen de JOH, han expresado públicamente que las personas que participan en las “caravanas migrantes” tienen vínculos con el narcotráfico, son participantes de estructuras criminales y son “malos hondureños y hondureñas”, sin sentido de patriotismo, que buscan poner en mal el nombre de Honduras.

Esos elementos fundan un “populismo de derecha” que se asienta sobre la base de un pensamiento único, solo existe una verdad y es la verdad que se expresa desde el poder; promueve un conservadurismo social, en el cual los actores sociales no pueden moverse fuera de las estructuras morales y culturales que difunde el régimen y, por último, promueve un reaccionario nacionalismo patriótico que no permite que los actores recreen una visión distinta de los problemas sociales, ante el sufrimiento humano que producen la exclusión social y las desigualdades sociales.

En conclusión, la migración en Honduras ofrece elementos empíricos que permiten indagar alrededor de un paradigma los problemas estructurales de la migración, más allá de la racionalidad económica y la racionalidad política-partidaria, defendida por el régimen de JOH, a través de un populismo de derecha.

II. El perfil del migrante hondureño

Antes de entrar a comprender los elementos estructurales que promueven los flujos migratorios en Honduras, realizaremos una aproximación del perfil del migrante hondureño que permita comprender el contexto nacional en el que está alojado el migrante, previo a su caminata hacia Estados Unidos.

El siguiente cuadro trata de ilustra el perfil del migrante hondureño.

Cuadro #1

Perfil del migrante hondureño

Información general
Sexo Estado civil Edad
Sexo: 80 %, fueron hombres, y 20 %, mujeres. Estado civil: 15% casado, 34% en unión libre, 49% solteros. 81, 25% entre 18 y 34 años de edad; el 11, 81% de 35 años y más. Población menor de edad entre los 15 y 17 años, 6, 94 %.
Hogar y aportación económica
Número de personas que viven en el hogar Personas que trabajan en el hogar Aportación monetaria
El 60% de las personas reportó que en su hogar vive entre 5 y 9 personas. El 84.7 % asegura que en su hogar sólo trabajaban entre 1 o 4 miembros de la familia y un 15.3% reporta que en su hogar trabajan 5 o más personas. En el 84% de los hogares sólo aportan económicamente 1 o 3 personas y solamente en un 16% se reportó que 5 o más.
Nivel de educación y situación laboral
Nivel de educación Situación laboral Sector en el que laboraban
Educación primaria, 61, 6%; educación secundaria, 27,1%; educación universitaria, 5,6%; educación técnica 1,4% y ningún nivel de estudio el 4,9%. Obrero de la agricultura, 25%; obrero de la maquila, 24,3%; empleados de oficina o negocios, 11,8%; ebanistas, 7,6%; albañilería, 6,3%, comerciantes, 6,3%; chóferes, 4,9%; estudiantes; 2,8% mecánicos, 1,4%; profesionales; 1,4% Sector privado informal, 62%; en el sector privado formal, 31%; en el sector público formal 4%.
Departamento de origen y actuaciones del gobierno
Con mayores índices de pobreza Con menores índices de pobreza Actuación del gobierno para frenar la migración
Atlántida, 9%; Yoro, 9%; Santa

Bárbara, 6,9; Colón, 6,3%; Comayagua, 6,3%; Copan, 5,6%, Choluteca, 4,2%, Lempira, 3,5%; Olancho, 2,8%, El Paraíso, 2%; Intibucá, 2%, Valle, 1,4%; La Paz, 0,7%. Estos departamentos tienen niveles altos y medios de pobreza, sumando en total 59,7%.

Cortés, 26.4% y Francisco Morazán, 13.9% Un 72.2% de los migrantes afirma que ha sido mala la actuación, mientras que un 23,6% le otorgó una calificación de regular y sólo 4,2%.

Fuente: elaboración propia en base en estudios realizados por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y publicaciones realizadas por el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO).

El cuadro anterior recoge datos estadísticos producidos por instituciones de cooperación y centros académicos durante el periodo del 2004-2009-2017, en el tránsito de los migrantes hondureños por México. Esos datos permiten problematizar la realidad social y sustentar el por qué los migrantes deciden tomar el camino hacia los Estados Unidos.

 En la información general se puntualiza la manera en que la migración ha venido encontrando eco en los distintos estratos poblacionales, evidenciando que la condición de pobreza y exclusión social afecta a gran parte de la población hondureña. También resalta el hecho, que las personas que más migran no lo hacen por una decisión personal, sino que es el resultado de una estrategia de naturaleza familiar, ya que la mayoría de los y las migrantes son jefes o jefas de familia.

En lo referente al hogar y la aportación económica, sobresale la falta de ingresos para cubrir las necesidades básicas de la familia. Esta situación evidencia, además, el hacinamiento en que viven las familias hondureñas por el alto número de personas que habitan en la misma casa. En ese marco el fenómeno migratorio se convierte en una ruta de escape.

El tema de la educación evidencia dos realidades: una, que las personas que migran cuentan con una mínima educación y dos, queda en evidencia que el Estado no aprovecha el capital humano que ha formado al no brindarle oportunidades de trabajo y un salario digno. Este elemento se agudiza cuando se constata que los migrantes trabajaban en el sector privado informal, la mayoría no contaba con salario mínimo, ni con beneficios sociales.

En lo referente al departamento de origen, si bien es cierto no existe una correspondencia total entre la condición de pobreza y migración, los estudios señalan que las migraciones muchas veces no se dan en las zonas más pobres, por los altos costos que implica la acción migratoria. También los estudios advierten que el mayor porcentaje de migrantes de las zonas urbanas acontece por los procesos de agudización de las desigualdades sociales urbanas y por los fenómenos derivados de la violencia común y organizada.

Y, por último, resulta interesante precisar las motivaciones que orillan a los migrantes hondureños a dejar el país. Los informes de referencia determinan los siguientes porcentajes: bajos salarios 17,02%, inflación y alto costo de la vida 15,5 %, pobreza y desigualdad 13,65%, inseguridad y delincuencia, 10,28%, malos gobernantes y políticos 8,51%, corrupción Estatal 6,03%, falta de acceso a la educación 4,79%, pandillas y violencia 4,79%, falta de acceso a la salud 4,08% y falta de acceso a vivienda 2,66%.

El perfil del migrante hondureño ofrece una primera aproximación para comprender los eventos sociales, políticos y económicos que promueven la migración forzada. Ahora indagaremos los problemas estructurales que históricamente han determinado la migración en Honduras.

III. Problemas estructurales que determinan el flujo migratorio en Honduras

La teoría de redes migratorias, desde su enfoque prescriptivo, establece que la migración es causa de tres problemas sociales: exclusión social, inseguridad y violencia, y precario desarrollo socioeconómico.

A. Exclusión social y migración en Honduras

Siguiendo las ideas de Carlos Sojo (2013; 18), la exclusión se refiere a los  mecanismos sobre los cuales las personas y los grupos son rechazados de la participación en los intercambios laborales y los derechos sociales.

En el caso de Honduras la exclusión social para Juan Pablo Pérez (2012; 50-87), se operacionaliza alrededor de dos grandes elementos: inserción laboral y ciudadanía social. La primera se valora por el acceso al mercado laboral y la segunda por el acceso a educación y seguridad social.

En la inserción laboral nos interesa indagar tres elementos que permitan comprender la relación existente entre inserción laboral y migración: la población económicamente activa, el ingreso mensual y la dinámica del mercado laboral.

Según la Encuesta de Hogares del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), para el 2017 en el país existían 6, 936, 385 personas en edad de trabajar. En ese marco se estima que para el 2017 la Población Económicamente Activa (PEA) fue de 4,093, 24.  Es decir que en Honduras el 59% de la PEA no tiene acceso a trabajo.

Partiendo del perfil del migrante hondureño desarrollado en el segundo apartado, la PEA activa en la zona urbana del país alcanza el 64.2% de la población, mientras que en la zona rural apenas alcanza el 35.8% de la población. En perspectiva migratoria, los datos son pocos alentadores y constatan la profunda exclusión en los centros urbanos y el área rural del país, lo cual viene a motivar los flujos migratorios.

La exclusión social se va profundizando a medida se indaga que el 44% de la población económicamente activa no obtiene los recursos necesarios para satisfacer sus necesidades básicas.

El cuadro se agrava cuando se constata que los mejores salarios percibidos se otorgan en el sector público (12, 900 lempiras al mes/aprox.), que apenas absorbe el 7.8% de la población económicamente activa (237, 198 personas), mientras que el sector privado, que absorbe gran parte de la PEA con un 12.7% (1, 833, 932 personas), el salario promedio devengado oscila entre 8, 520 lempiras al mes, una cifra cercana al salario mínimo actual. Por cada 100 asalariados en Honduras, 82 laboran en el sector privado.

Esos datos visibilizan una realidad frecuente en el fenómeno migratorio del país. El cuadro #1 indica que los migrantes antes de tomar la travesía migratoria establecieron que un 62% laboraba en el sector privado informal, en el sector privado formal un 31%, mientras que en el sector público formal un 4%. En los dos primeros sectores pocos trabajadores obtienen salario mínimo y existe un reducido acceso para ingresar al sistema de seguridad social.

Y, por último, constatamos la dinámica del mercado laboral en relación con el ingreso mensual. Declaraciones expresas por el Secretario del Trabajo y Seguridad Social, establecen que el sector agrícola y ganadero emplean un total de 1, 040, 208 de personas (33% de la PEA) de las cuales 342,670 reciben salario mínimo. En el rubro de comercio (reparación de vehículos y motocicletas) se emplea un total de 756, 123 personas (18.3% de la PEA) de las que 257,424 obtienen salario mínimo, mientras que el sector de la industria manufacturera de 540, 823 personas (13.6 de la PEA) unas 323,447 personas reciben el salario mínimo.

En el plano salarial, el 55,6% de los migrantes establecieron que en los hogares el ingreso mensual fluctuaba entre mil y 5 mil lempiras. En el 27,8% de los hogares era de 6 mil a 10 mil lempiras mensuales; en el 6, 9% de los hogares entre 11 mil a 15 mil lempiras mensuales y solamente 3,5% reportaron ingresos mensuales superiores a los 16 mil lempiras.

Los elementos antes expuestos, alrededor de las cifras oficiales, en comparación con el perfil del migrante, permiten establecer que el tema de la inserción laboral y el tema salarial incentivan la migración por cuatro  razones: precarización laboral, el mercado laboral hondureño está altamente concentrado en el sector privado de la economía y los trabajadores no obtienen salario mínimo; escala laboral, la agricultura es uno de los rubros que más emplea personas pero con los salarios más bajos  y sin opción a la seguridad social; precarización salarial, el 71% de los asalariados hondureños sobrevive sin salario mínimo y el ingreso per cápita por persona no supera un ingreso anual de 50,000 Lempiras y, por último, se destacan los precarios niveles de empleabilidad en la zona rural y urbana.

El segundo elemento a indagar es lo referente a la ciudadanía social: acceso a educación y seguridad social. Desde la perspectiva de la exclusión social el tema de la ciudadanía es de suma importancia, ya que nos permite comprender la dinámica de la cohesión y hasta dónde las políticas públicas de los gobiernos están orientadas a la ampliación de los derechos sociales de la población.

Según el Informe de Progreso Educativo, Honduras 2017, hasta el 2016 se registraba que apenas un 65% de la población de 5 años (prebásica) logran acceder a la preparatoria, mientras, a nivel básico, en el rango de edad de 6 a 11 años, el 93% de la población logra acceder al sistema educativo. Sin embargo, las estadísticas establecen que el nivel básico en el rango de edad de 12 a 14 años, apenas el 52% de la población accede a la educación. Mientras que, a nivel medio, el 31.7% accede al colegio y un 13.1% a la Universidad.

Los datos anteriores retratan los grandes niveles de exclusión que se presentan al momento de acceder al sistema educativo. Desde la sociología de las migraciones y retomando la discusión sostenida por Paredes (2009, 185-198), eso implica al menos tres grandes efectos que promueven los flujos migratorios: oferta educativa y mercado laboral, competencias laborales e ingresos económicos.

En el caso de Honduras, la relación entre oferta educativa y mercado laboral evidencia la poca correspondencia que existe entre esos dos elementos. Las cifras establecen que apenas el 28% de las personas con primaria completa, el 30% con media completa y el 9% con educación superior, logran acceder a un empleo.

El cuadro anterior se agrava cuando se indaga el tema de las competencias laborales. En Honduras apenas el 50% de la población ha logrado egresar de primaria y menos de un 30% ha egresado de una carrera técnica, lo que indica que ese 50% no tiene las competencias laborales para poder insertarse en rubros del mercado laboral que ofrecen beneficios sociales y un mayor ingreso mensual.

En perspectiva migratoria, el cuadro #1 establece que el 60% de los migrantes cursaron sexto grado, el 5.6% egresó de la universidad y el 1,4% de educación técnica. Esto es de suma importancia, ya que está relacionado con el tema de egresar y no encontrar un trabajo ya sea por la poca demanda del mercado laboral, o porque la persona no tiene el conocimiento cualificado y las competencias para insertarse en el mercado laboral.

La falta de competencias es uno de los bloqueos que evidencia el tema de los ingresos económicos. Según el INE, el mercado laboral que más absorbe mano de obra en el país es el rubro de la agricultura, la caza, pesca y la silvicultura, rubro del comercio al por mayor y menor, y el rubro de la manufactura, en los que participan en su mayoría, la personas que solamente han logrado egresar de la educación primaria y secundaria.

En perspectiva migratoria, partiendo del perfil del migrante, se establece que el 50% de los migrantes trabajaba en el sector obrero agrícola, maquila y manufactura. Una de las razones era el tema del bajo nivel educativo y las precarias competencias laborales adquiridas. Esos elementos evidencian la poca relación entre la política educativa y la política laboral y, por otro lado, la poca pertinencia de los procesos de enseñanza-aprendizaje al momento de dotar de capacidades y habilidades a la población.

Otro de los elementos para comprender el estado de la ciudadanía social es lo referente al acceso de la población al sistema de seguridad social. En Honduras, las cifras son las más críticas de la región y el sistema de seguridad social es uno de los más deficientes y el que más sufre un proceso acelerado de mercantilización y privatización.

Según la Junta interventora, apenas el 20% de la población cotiza en el seguro social. El cuadro se agrava porque el seguro solo cubre el sector de la economía formal, mientras que el sector informal tiene que acudir a los hospitales públicos y centros de salud, los que operan en condiciones precarias. En Honduras casi 9 de cada 10 personas no están cubiertas por ningún tipo de seguro de salud y se estima que el 18% por ciento de la población (más de 1.5 millones de hondureño) no tiene acceso a los servicios de salud.

Siguiendo con el perfil del migrante, se establece que el 87, 8% de los que tenían un trabajo antes de salir del país, dijo no tener ningún tipo de beneficios: 3,6%, bonos de productividad; 2,2%, seguro de vida; 2,2% seguro de accidente; 0,7% pensión; 0,7%, vacaciones pagadas y 0,7% incapacidad por enfermedad.

Ante ese panorama poco favorable para la población hondureña, el Quinto Informe de la Región del 2016, establece que Honduras es el país de la región donde más existen hogares excluidos; para el 2009 la zona urbana representaba un total de 38% hogares excluidos, mientras que en la zona rural el porcentaje se registra un porcentaje de 60%. Para el 2014, los porcentajes se disparan, la zona urbana con un porcentaje de 45% y la zona rural con 70%.

En síntesis, en Honduras los problemas estructurales que promueven la migración se deben a  la precaria inserción de la población en el sistema laboral y un limitado ingreso salarial, ante la ausencia de políticas educativas que desarrollen en la población esas capacidades técnicas, intelectuales y cualificadas que requiere el sistema productivo; la existencia de una política laboral fragmentada que reproduce las brechas laborales y salariales y una política de salud pública con grandes grietas que bloquean el acceso de la población a dichos servicios.

B. Violencia, inseguridad ciudadana y migración en Honduras

Retomado los datos ilustrados en el perfil del migrante, se puede constatar que más del 40% ven en el problema de la violencia y la inseguridad una de las razones principales para migrar del país. Estos datos vienen a reforzar la idea que en Honduras, a pesar de la reducción de los índices de homicidios, la violencia y la inseguridad ciudadana persisten en el imaginario de la población hondureña.

No es de nuestro interés indagar sobre el enfoque de combate a la violencia que se impulsa desde la institucionalidad pública, sino constatar que la violencia y la inseguridad son problemas estructurales que determinan en gran medida los flujos migratorios. Consideramos que esto se da alrededor de dos elementos: la violencia común y organizada como obstáculo para el desarrollo integral del hondureño y la corrupción que se ha instalado en la institucionalidad estatal (sistema de seguridad y justicia) como promotora de la impunidad.

En estudio realizado en el 2017 por la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, sobre “Percepción ciudadana, inseguridad y victimización en Honduras”, ofrece algunos elementos para comprender la manera en que la violencia es un obstáculo para el desarrollo integral. Esto se da alrededor de tres ideas generales. El 61% de la población establece que el principal problema que enfrenta en su vida cotidiana es la inseguridad, lo cual se agrava otro dato que indica que en los últimos 12 meses, más del 25% de la población ha sido asaltada al menos una vez, el 15% dos veces y un 16% ha sido asaltado tres veces. Por último, es importante destacar que la población que se ve más afectada por el fenómeno de la inseguridad es la clase media baja.

Esa relación entre inseguridad y violencia, como obstáculo para el desarrollo integral de la persona, se evidencia cuando se constata que en Honduras la mayoría de las personas que migran son pertenecientes a la clase media baja, en su mayoría proveniente de zonas territoriales con altos niveles de exclusión y expresión de la violencia. En ese marco podemos establecer que la relación entre  inseguridad y violencia motivan los flujos migratorios.

Más del 30% de los migrantes establecen que la corrupción, en las instituciones cuyo deber es servir y proteger a la ciudadanía, es uno de los principales problemas que motivan el flujo migratorio. En el caso de Honduras, la población considera en un 80% que los policías y un 70% que los militares, están involucrados en actos de corrupción. Un dato alarmarte, cuando se destaca que el 89% de las denuncias sobre inseguridad y violencia se interponen ante la policía nacional y el 62% de las personas consideran que la denuncia no tuvo efecto.

Existe una relación entre corrupción e impunidad que se evidencia en las historias de vida de los migrantes, quienes establecen que producto de la violencia y la inseguridad en sus municipios, ciudades, barrios y colonias, ante la vulneración de sus derechos por el operar del maras, pandillas y crimen organizado, se ven en la necesidad de interponer denuncias ante los órganos competentes. Sin embargo, agregan, que al no capturarse a los responsables, estos regresan amenazándoles a muerte y en su defecto quitándoles la vida.

En síntesis, es evidente un círculo vicioso entre violencia, inseguridad, corrupción e impunidad, que promueve la migración mediante la promoción de un miedo generalizado que erosiona y fragmenta la vida cotidiana de la población. Asimismo, por la corrupción que impera en las instituciones de justicia y seguridad, bloqueando las denuncias de la ciudadanía ante la violación de sus derechos humanos por actores de la delincuencia común y organizada.

C. Desarrollo socioeconómico y migración en Honduras

El desarrollo socioeconómico se comprende como la capacidad de los países en mantener el crecimiento económico y el bienestar social de la población, a través de la inversión pública y la promoción de políticas públicas. En perspectiva migratoria, esa definición nos aleja de la visión economicista que establece que lo más importante para comprender la relación entre desarrollo y migración son aquellos temas que giran alrededor de variables macroeconómicas como el importe de las remesas, balanza de pagos, PIB, inversión y consumo.

En Honduras, el bajo nivel de desarrollo socioeconómico es uno de los factores estructurales más importantes que impulsan la migración. Eso nos obliga a plantearnos una pregunta de fondo: ¿De qué manera el modelo de desarrollo económico es promotor de la migración? Abordaremos esa premisa alrededor de tres puntos: Primero, la orientación presupuestaria del presupuesto general de la república. Segundo, tendencia del gasto en Salud versus Sector Justicia, Defensa y Seguridad educación. Tercero, el aporte de los sectores productivos versus el aporte de las remesas de los migrantes al PIB.

A. Asignación presupuestaria por Gabinete

El tema de la asignación presupuestaria es de los puntos importantes para comprender el modelo de desarrollo socioeconómico en Honduras, ya que nos permite advertir la lógica en que opera la inversión social. En relación con el 2018, el período de 2019 evidencia un cierto crecimiento de asignación presupuestaria en todos los gabinetes.

El incremento para el 2019, en el gabinete económico, es de aproximadamente 5000 millones de Lempiras, mientras que en el gabinete social apenas sobrepasa los 1000 millones de Lempiras. Vea gráfico en documento PDF AQUÍ

Es importante analizar cuatro aspectos. Primero, el énfasis que el Gobierno le otorga al tema económico, el que consiste en establecer inversión económica para la gran empresa a través de la Comisión para la Promoción de la Alianza Público Privada (COALIANZA). Segundo, la inversión del gabinete de infraestructura, mediante el cual el Estado pone a disposición la infraestructura productiva sobre la cual opera el modelo de desarrollo económico promovido a través de COALIANZA. Tercero, el Gobierno le sigue apostando a la militarización de la sociedad, por encima de fortalecer los procesos de descentralización, encaminados a gestionar el tema del desarrollo local. Cuarto, partiendo de los grandes índices de exclusión y desigualdad que existen en el país, el gabinete social sigue ocupando un sector marginal en el presupuesto público.

En perspectiva migratoria, la asignación presupuestaria da pistas para problematizar algunos puntos. El gabinete económico no potencializa el sector social de la economía, conllevando a que la generación de empleo se torne cada vez más precaria, ya que su interés es potencializar los grandes rubros empresariales. A través del gabinete de infraestructura, se monta toda la base productiva sobre la cual se sienta el sector privado de la economía, conllevando a que la pequeña y mediana empresa (la que más empleo genera) no sea vea dotada de infraestructura para potencializar la económica local y la generación de empleo y salarios dignos.

Los estudios señalan que si el tema de la migración fuese abordado desde los gobiernos locales, el desarrollo de los flujos migratorios reduciría. En Honduras se refuerza el tema de seguridad y se le da poca importancia al tema de la descentralización, el que sería un espacio para la lucha frontal contra la exclusión social. Y, por último, la inversión social la absorbe gran parte del “Programa Vida Mejor”, una visión de desarrollo social a corto plazo que no da respuesta a los grandes problemas promotores de la migración: inserción laboral y ciudadanía social.

En conclusión, las asignaciones presupuestarias no son una apuesta para fortalecer los procesos de desarrollo y crecimiento inclusivo que generen empleo para frenar el éxodo de hondureños; la infraestructura productiva no está orientada en fortalecer la pequeña y mediana empresa (rubro que absorbe más del 50% de la PEA) y los programas sociales no están orientados en darle respuesta a los problemas estructurales que promueven la migración. En ese marco de precaria inserción laboral y déficit de ciudanía social, los flujos migratorios son una ruta de escape ante el acelerado proceso de exclusión en el cual vive la población hondureña.

B. Tendencia del gasto en Salud y Educación vs Sector Justicia, Defensa y Seguridad

El cuadro de ciudadanía social, expuesta en el apartado anterior, se agrava por la forma en cómo, en los últimos años, el presupuesto para defensa y seguridad se ha venido incrementando considerablemente por en encima del presupuesto de salud y educación.

Existe una tendencia de crecimiento presupuestario en los sectores de Seguridad y Defensa y un reducido crecimiento en los sectores de Salud y Educación. Mientras educación no pasa de 28 mil millones y salud de 14 mil millones, el sector de seguridad en cuatro años paso de 12 mil millones a 21 mil millones de Lempiras. También es interesante la evolución del Gabinete de Desarrollo, en el cual se pone en marcha una política social de carácter asistencialista con enfoque política-clientelar que no responde a los temas de inserción laboral y ciudadanía social.

En perspectiva migratoria, es importante puntualizar lo siguiente. En páginas anteriores hemos evidenciado los problemas estructurales que motivan la migración (salud, educación, empleo, seguridad), y la gráfica constata, por un lado, un gobierno que se caracteriza por la precaria inversión en lo social y, por otro lado, el creciente aumento de presupuesto en el tema de seguridad. Lo contradictorio en la gráfica, es que, a pesar del masivo incremento en seguridad, la percepción de los migrantes y una de las razones por las que deciden irse, es la inseguridad y la violencia que azota al país. Ver gráfico PDF AQUÍ

En conclusión, en los últimos años, el Gobierno se ha caracterizado por fortalecer procesos de militarización social que han creado en el imaginario de la población una incertidumbre generalizada de que se vive en una sociedad violenta e insegura, donde los ciudadanos no pueden ejercer el pleno goce de sus derechos, porque se enfrentan a un modelo de Estado autoritario que no promueve la inversión social y fortalece procesos de militarización.

C. El aporte de los sectores productivos versus el aporte de las remesas de los migrantes al PIB

La valoración del tema evidencia que el presupuesto de la República está orientado a fortalecer los intereses de la élite económica local y transnacional, a acrecentar los rubros de Seguridad y Defensa y a mantener un visible estancamiento en Salud y Educación.

La economía hondureña se caracteriza por su baja productividad en sectores estratégicos para el desarrollo nacional y evidencia un crecimiento en sectores controlados por las élites financieras internacionales lo que, por un lado, significa una fuga masiva de capitales y, por otro lado, el control del sector financiero sobre los demás rubros productivos del país.

El sector que más aporta al Producto Interno Bruto (PIB) es el sector financiero, la industria manufacturera, la agricultura y el comercio. En perspectiva migratoria lo anterior es de suma importancia, ya que evidencia la manera en que el Estado se ha venido desentendiendo (debido a la privatización de instituciones públicas) de áreas estratégicas de desarrollo que pueden generar empleos y salarios dignos. Esto ha conducido, a la vez, a que la población, ante la falta de incidencia del Estado en la definición de una política económica con rostro nacional, se vea en la necesidad de migrar para satisfacer las necesidades de sus familias.

En ese contexto, las remesas aportan al PIB más de lo que aportan sectores productivos de la economía nacional. Son el segundo rubro que más contribuye por encima de las industrias manufactureras, agricultura y comercio. El diseño de la política económica y social del Estado es promotor de la exclusión social, la que es, a la vez, exportadora de migrantes. Es un círculo vicioso generado desde el Estado para asegurarse el ingreso de fondos, sin necesidad de ser promotor del desarrollo económico y social. Ver gráfico en PDF AQUÍ

Pero las remesas no solo aportan al PIB, también el dinero que obtienen las familias hondureñas para mitigar la exclusión social e intentar con ello cerrar las brechas de desigualdades sociales, desarrolladas y legitimadas desde el Estado.

En un reciente estudio realizado por el Centro de Estudios Monetarios Latinoamericanos (CEMLA), el 77.4% de los emigrantes encuestados indicó que envían remesas a familiares residentes en Honduras, más del 60% expresó que envía remesas a más de un familiar y el 83.2% restante sostuvo que utiliza las remesas para más de un propósito (gastos conjuntos de manutención, educación y salud). El 84.9% de los remitentes de remesas encuestados realizan sus envíos con una frecuencia relativamente corta, de máximo un mes (419 dólares cada remesa). El 77% de ellos señaló que tiene cuenta de cheques o ahorro en su lugar de residencia en el exterior. Los emigrantes hondureños encuestados perciben un ingreso mensual promedio de 3 mil 156 dólares (3,651 dólares los hombres y 2,432 dólares las mujeres).

En conclusión, el Estado es el principal promotor del círculo vicioso que genera los flujos migratorios ante la ausencia de una política económica y social que brinde respuestas a los problemas estructurales que determinan la migración en Honduras: inserción laboral, ciudadanía social, violencia e inseguridad y débil desarrollo socioeconómico.

Bibliografía

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Victoria Paredes, María Teresa (2009). Migración internacional