José Ochoa, analista del CESPAD
3 de febrero, 2021
La campaña para las elecciones primarias e internas ha iniciado formalmente (ya que la pre-campaña viene desde la convocatoria electoral en septiembre de 2020) y la competencia intra e interpartidaria enfrentará ahora escenarios nuevos y en constante tensión, aunque sin amenazar la estabilidad que ha caracterizado al sistema de partidos hondureño en las últimas tres décadas.
Estas elecciones partidarias deberían representar, en teoría, la continuidad o la renovación de sus cuadros dirigentes y de aspirantes a participar en las generales de noviembre. Pero, con independencia de qué personas ganen en marzo próximo, los partidos como organizaciones deberán continuar enfrentando (ya sea resolviendo, ignorando o reforzando) los problemas políticos que se vienen gestando desde el golpe de Estado de 2009 y acentuados, en el último lustro, por la cada vez mayor vinculación de la política con el dinero ilícito.
El ambiente festivo, multi colorido y entusiasta -que no está guardando, por cierto, medidas de bioseguridad- como antesala a los comicios internos, no debería hacer olvidar a la sociedad en general ni a la élite política en particular, que son graves los asuntos para mejorar la baja calidad de la democracia en el país.
En ese orden de ideas, a continuación se analizará algunos puntos de partida, previos a esta campaña, de los partidos Nacional (PN), Libertad y Refundación (LIBRE) y Liberal (PL) y sus desafíos democráticos para 2021.
Rasgos de las maquinarias electorales
Los partidos políticos más fuertes en Honduras comparten ciertas características, vinculadas con su participación electoral, como las siguientes:
- Estructuras con presencia en el nivel nacional.- Los partidos mayoritarios tienen una organización mínima que les permite tener presencia a nivel departamental y local, en todo el país. Esto conlleva también una alta capacidad para movilizar a sus activistas, a su voto duro y a nuevos electores. En período electoral como el actual, cuentan con corrientes internas que compiten por dirigir el partido y alcanzar candidaturas a cargos de elección popular. A diferencia de los partidos de menor caudal electoral, los mayoritarios pueden tener militantes que les representen en las mesas electorales de todos los municipios de Honduras.
- Debilidades en la rendición de cuentas.- No obstante a sus fortalezas como estructuras, los partidos presentan mecanismos poco transparentes de financiación electoral, la cual está basada en la informalidad, redes de intercambios, padrinazgos y, en ocasiones, la utilización de recursos públicos, en especial si tienen acceso a posiciones en las instituciones. Esto incluye procedimientos disciplinarios nada eficaces para sancionar a militantes que incurran en actos delictivos o contrarios a sus estatutos.
- Presencia en la institucionalidad pública.- Sobre la base de acuerdos entre los partidos mayoritarios, sus liderazgos (autoridad partidaria, bancada legislativa, caciques históricos) tienen la posibilidad de nombrar personal militante en cuerpos directivos y técnicos de instituciones del Estado, como las siguientes: Consejo Nacional Electoral (CNE), Instituto de Acceso a la Información Pública (IAIP), Registro Nacional de las Personas (RNP), Tribunal de Justicia Electoral (TJE), Tribunal Superior de Cuentas (TSC) y la Unidad de fiscalización política (más conocida como «Unidad de Política Limpia»).
- Mayor cobertura mediática.- Por su influencia en el destino del país, las campañas electorales de estos tres partidos son ampliamente reportadas por los medios de comunicación tradicionales, aunque con ciertos matices como la mayor cobertura para el partido que esté en el poder y críticas o desvalorización a los opositores. En las redes sociales, cuyo uso para fines electorales se ha multiplicado a raíz de la pandemia, está pasando lo contrario: la divulgación de los partidos de oposición tienen mayor aceptación y el Partido Nacional una avalancha de rechazo popular.
- Mayor caudal electoral.- Es importante el hecho de que, en forma conjunta, los votos otorgados a los partidos mayoritarios han definido históricamente la Presidencia del Gobierno, la mayoría calificada en la Cámara Legislativa y el 99% de las Corporaciones Municipales. Hasta la elección de 2009, estos cargos se distribuían básicamente entre PL y PN, pero a partir de 2014 se ha sumado LIBRE. Por tanto, de estas elecciones primarias salen las personas más influyentes para conservar o modificar el orden de cosas.
Los nacionalistas lejos de perder el juicio
El Partido Nacional comienza este año afianzado en el poder después de 10 años y a pesar de las denuncias por su estrecha, prolongada y sistemática vinculación con actos fuera de la ley (desfalco del IHSS, procesos judiciales de la MACCIH, juicios en Nueva York, gestión fraudulenta de la pandemia). Siendo uno de los partidos con mejor estructura y organización, ante las fuertes acusaciones hacia sus dirigentes y funcionarios ha respondido con una alta capacidad de planificación y cohesión interna no sólo para ignorar los reclamos populares, sino para reformar marcos legales e institucionales a su favor. Esto le está permitiendo crear condiciones para controlar o bloquear la institucionalidad pública en el próximo período de Gobierno, ya sea que pierda o gane la elección presidencial, a menos que la unidad opositora sea contundente.
Abanderado del votante conservador, aliado histórico de las Fuerzas Armadas -convencido y hoy asociado con sectores influyentes de la iglesia evangélica, el nacionalismo siempre ha sido fuerte electoralmente en las zonas rurales, donde confluyen la baja escolaridad, altos índices de pobreza y el clientelismo con fondos públicos a través de las redes de protección social, que este año 2021 podrá seguir explotando en el marco de la pandemia.
De cara a los comicios internos de marzo próximo, el nacionalismo se ha dividido en dos corrientes integradas, en los tres niveles electivos, con los mismos liderazgos que han gobernado en la última década y que no han cuestionado las actividades corruptas ni los nexos con el narcotráfico. Más bien, sus planillas incluyen diputados y gobernadores actuales implicados en casos de corrupción presentados, en su momento, por la MACCIH. En ese sentido, no hay un movimiento interno disidente como alternativa para sanear al partido.
Por tanto, el principal desafío democrático de los y las nacionalistas es iniciar la depuración de sus estructuras y expulsar funcionarios y cargos electos que han delinquido desde el poder, luego presentar al electorado conservador una propuesta que rescate su última actualización doctrinaria (humanismo cristiano) y desmarcarse del tan impopular legado de esta última década. El saneamiento de este partido tradicional debería ser una exigencia no sólo de su militancia, sino desde toda la sociedad hondureña porque afecta integralmente al sistema político-institucional del país, el cual ha sido permeado y contaminado.
En esa línea, la solicitud del juicio político al actual gobernante planteada en enero de este año a la Asamblea Legislativa por diputados de los partidos de Innovación y Unidad (PINU) y LIBRE, fue una oportunidad para que el mismo Partido Nacional -y el presidente del Congreso, quien es a la vez precandidato- enviara una señal de cuál es su voluntad política para enmendar los desaciertos y para disciplinar a sus miembros. Pero esta iniciativa no ha pasado a más, tanto por la cohesión interna que caracteriza al nacionalismo como por la implicación de miembros de sus movimientos internos y de la bancada en otros actos irregulares.
LIBRE frente a su propia refundación
El principal partido de oposición, tanto en número de congresistas como en la calidad y la cantidad de iniciativas legislativas y de posicionamientos sobre temas nacionales, sigue siendo blanco de ataques externos en su contra desde el propio Gobierno, otros partidos, medios de comunicación y líderes de opinión. A ello se añade contradicciones internas que son coherentes con sus propios estatutos y su diversidad interna, que propugna cambios hacia dentro y fuera. En las elecciones primarias de LIBRE competirán cuatro personas por la candidatura presidencial y nueve corrientes -en su mayoría nuevas- por diputaciones y alcaldías, que buscan captar nuevos electores y refrescar al partido. De hecho, es el que cuenta con mayor número de participantes en las planillas para los comicios de marzo.
Fortalecido en sus orígenes con el apoyo de movimientos sociales, organizaciones gremiales, simpatizantes de la resistencia popular y disidentes del liberalismo, el Partido Libertad y Refundación ha tenido entonces serias dificultades (de naturaleza tanto interna como externa) para responder a las expectativas de influir, desde el Congreso de la República y las Alcaldías que preside, en marcos legales y políticas públicas para los grupos poblacionales vulnerabilizados.
En forma paralela, este partido fundado en 2011 enfrenta el dilema de asumir cada vez más espacios en las instituciones pero, al mismo tiempo, compaginar su discurso revolucionario y antisistema. Refundar el Estado desde dentro se está convirtiendo para LIBRE en una tarea tan complicada como arriesgada, porque los condicionantes del sistema político-institucional son tan fuertes que pueden permear o, al menos, bloquear a cualquier miembro nuevo que represente una amenaza.
La denuncia hecha pública a inicio de año sobre el cobro de dinero como condición para ocupar plazas (práctica frecuente en el bipartidismo) dentro del proyecto de identificación nacional, es para LIBRE igualmente una oportunidad de demostrar cuán diferentes son sus mecanismos de rendición de cuentas y de disciplina partidaria. Los primeros indicios apuntan a que sus autoridades nacionales no ignorarán el problema, aunque hasta el momento no hay resoluciones finales y la conformación de una comisión investigadora con las coordinaciones departamentales del partido podría ser poco eficaz, cuando las denuncias implican a las propias estructuras territoriales.
En adición, entre los principales desafíos de Libertad y Refundación para este año podría mencionarse los siguientes: desligarse de las prácticas del bipartidismo dentro de la institucionalidad pública, mantenerse como principal fuerza motora de una futura alianza electoral, renovar liderazgos especialmente en el Legislativo y transformar el discurso “en contra de…” por una oferta programática ajustada al momento actual y que sea atractiva para los sectores sociales históricamente excluidos, los gremios de trabajadores y las clases medias urbanas y rurales.
Las caras contrapuestas del liberalismo
La división del Partido Liberal, que ha contribuido a debilitarlo en las pasadas elecciones, ha continuado con la confrontación entre su Consejo Central Ejecutivo (CCEPL) y la mayor parte de la bancada legislativa. Por consiguiente, esto se refleja en la agenda legislativa pues, a pesar de algunos acercamientos, las autoridades partidarias y algunos diputados disputan protagonismos y no han logrado unificar su rol como segunda fuerza de oposición. De hecho, durante el año 2020 han sido recurrentes las manifestaciones públicas suscritas sólo por miembros del CCEPL contra las políticas y propuestas legislativas del Gobierno.
Coincidiendo con la convocatoria a elecciones primarias en septiembre pasado, los portavoces parlamentarios de este partido han incrementado sus críticas al PN. No obstante, la bancada ha perdido una oportunidad de reivindicación histórica: negarse a respaldar la petición de juicio político contra el titular del Poder Ejecutivo, votando incluso en contra del mismo ciertos congresistas liberales. Y será más complicado quitarse el estigma de que, durante casi una década, ha sido cómplice callando o incluso apoyando iniciativas del nacionalismo a favor de la impunidad, como sus votos para no renovar el convenio de la MACCIH, reelegir al fiscal general y a magistrados de la Corte Suprema de Justicia o el contubernio entre exfuncionarios liberales y nacionalistas en el caso Pandora.
Por otro lado, esta tensión de enfoques dentro de este partido se ha reflejado en la conformación de competidores en las elecciones primarias e internas. Estas últimas tienen especial interés porque la directiva partidaria (integrada por diversos movimientos según sus votos) determinará con qué otros partidos negociar una probable “gran” alianza multipartidaria. Las tres corrientes para las elecciones primarias se decantan, básicamente, entre un extremo constituido con esos liderazgos emergentes que han hecho férrea oposición al Gobierno (sea desde el CCEPL o el Congreso) y otro que se nutre, sobre todo, de corrientes tradicionales (como el florismo y el rosenthalismo), más afines a los pactos de “gobernabilidad” del bipartidismo.
El liberalismo ha consolidado sus estructuras gracias al liderazgo de los alcaldes liberales, caracterizados por sus políticas sociales, apertura al desarrollo local, apertura a la participación ciudadana y una aceptable gestión municipal que les permite reelegirse varias veces, a pesar de no contar plenamente con el apoyo financiero del Gobierno. Como ha ocurrido tras el golpe de Estado de 2009 –hecho que contribuyó a incrementar la pérdida de votos en los niveles presidencial y legislativo del PL-, es en el ámbito territorial donde está la fortaleza de este partido, encabezando el 30 por ciento de las Corporaciones Municipales en todo el país.
Desafíos para este centenario partido: sumarse a la alianza opositora, mantener una posición entre moderada y de avanzada (como en el siglo pasado) pero, simultáneamente, desligarse de los acuerdos con el nacionalismo. Algunos avances en esta dirección se han dado en el segundo semestre de 2020, cuando el CCEPL ha consolidado alianzas con partidos de menor caudal electoral o de reciente fundación, para confrontar al Poder Ejecutivo y exigir elecciones transparentes. Por otro lado, también se ha establecido acuerdos con líderes de LIBRE para apoyar candidaturas únicas a Corporaciones Municipales, en las elecciones generales de noviembre próximo.
Partidos mayoritarios: representación legislativa y municipal en las últimas elecciones
Partidos | Año de inscripción | No. Diputaciones
(entre paréntesis No. De Diputadas) |
No. Alcaldías
(entre paréntesis No. De Alcaldesas) |
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2009 | 2013 | 2017 | 2009 | 2013 | 2017 | ||
Liberal | 1891 (fundación) | 45 (6) | 27 (6) | 26 (3) | 106(4) | 81 (1) | 89 (3) |
Nacional | 1902 (fundación) | 71 (15) | 48(10) | 61(13) | 189 (13) | 183 (16) | 173 (18) |
Libertad y Refundación (LIBRE) | 2012 | __ | 37 (9) | 30 (8) | __ | 33 (2) | 31 (2) |
Otros y candidaturas independientes | 12 (2) | 16 (6) | 11 (3) | 3 | 1 | 5 |
Fuente: Estadísticas del TSE.