Coyuntura desde los territorios | Principales posicionamientos del movimiento social ante la crisis generada por el COVID-19

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Autores del documento: Lucía Vijil y Bladimir López

Introducción

Mas allá de la actual crisis sanitaria y social, hay un punto importante a considerar en medio de esta pandemia, y es que los efectos para el medio ambiente a nivel mundial han sido positivos. Parar las industrias, aislar a la población en sus hogares, detener cadenas de extracción y despojo en algunas comunidades, han traído el respiro que la naturaleza necesitaba, era la evidencia que se necesitaba para entender que el capitalismo devastador, ha fracasado en ser sustentable.

En el primer apartado, este análisis trata de establecer claramente la relación que existe el cambio climático y la expansión del COVID-19, y, en un segundo apartado, algunos de los planteamientos que están surgiendo desde las prácticas de los movimientos sociales para hacerle frente a los efectos de la pandemia.

I. Cambio Climático y el COVID-19: ¿Una relación íntima?

El 2020 fue catalogado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente como un ‘Súper año’ para la biodiversidad, puesto que se pretendía evaluar los avances de los compromisos de los Estados para proteger ecosistemas que todavía se encuentran desatendidos y de esa forma, asegurar el cumplimento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible para el 2030.

El aumento de la población mundial, las modalidades de consumo de la población, la rápida urbanización de zonas en condiciones vulnerables y la degradación del medio ambiente, son algunos de los factores que han aumentado las emisiones de gases de efecto invernadero y que nos han sometido a un período (parece sin retorno) de cambio climático.

El cambio climático, es propulsor en potencia del calentamiento del aire y del océano, aumento de los niveles del mar, descongelamiento de glaciares, la crisis de seguridad alimentaria, escasez de agua, las afectaciones al ciclo meteorológico (huracanes y sequias) y generador de virus y pandemias.

En lo referente al tema de generación de virus y pandemias existen en la actualidad tres consensos en el seno de la comunidad científica. Primero, los cambios del clima: lleva a que se modifique la distribución de ciertos organismos que transmiten enfermedades, por ejemplo, el caso del dengue, la chikungunya y el COVID-19. Dichos cambios han modificado las condiciones ambientales de humedad, de sequía y de vegetación

Segundo, la devastación de los ecosistemas y el comercio de vida silvestre: la presencia de nuevos virus como el COVID-19, mutaciones, enfermedades o nuevos vectores de enfermedades en lugares donde no existían, es el resultado del aumento de la temperatura, de la pérdida de los ecosistemas y del comercio de vida silvestre para fines domésticos.

Tercero, la expansión de la frontera agrícola y la urbanización: eso ha permitido que los seres humanos entren en contacto con especies a las cuales antes no tenía acceso y, a su vez, con reservorios naturales de patógenos (productor de enfermedades) como el COVID-19. Por dicha expansión se transmiten enfermedades de los animales al hombre.

En definitiva, conviene que entendamos bien la relación que hay entre cambio climático y coronavirus: si se protege la biodiversidad, se puede reducir la incidencia de gérmenes patógenos. Todo está conectado y la degradación ambiental es un factor que nos resta defensas, que nos hace más vulnerables ante virus que acaban convirtiéndose en pandemia.

En ese marco, la crisis del COVID-19 está exponiendo y presionando al mundo para entender que el cambio climático es un tema de medio ambiente y que está íntimamente relacionado con las relaciones económicas en el seno del sistema económico capitalista. Ya lo explica Cristina Monge, politóloga, “la degradación ambiental es un factor que nos resta defensas, que nos hace más vulnerables ante virus que acaban convirtiéndose en pandemia”.

Y es aún más interesante, la forma en que el COVID19 está colocando en disputa la idea central del ser humano como ser supremo en el planeta (por encima de la naturaleza), también están abriendo la discusión para que se cuestionen los hábitos del consumo desde las realidades del confinamiento y que observen que, sin su presencia en las calles, “volvieron animales, volvieron aves, los ríos que están claros”, tal como sucedió en Venecia.

Sin embargo, sería irresponsable pensar que el bienestar vendrá únicamente con el respiro al planeta en medio de una pandemia, es importante recordar que tanto el cambio climático como la propagación del COVID continúa afectando a los de siempre, los más vulnerabilizados y trazados por las líneas gruesas de la desigualdad a lo largo del planeta.

En conclusión, el enfriamiento del planeta, la preservación de la biodiversidad y la protección del medio ambiente será posible si en el seno de los sistemas económicos y políticos se promueven reformas radicales y la aplicación de las mismas, en los esfuerzos de salvaguardar y preservar nuestra casa común, de lo contrario el planeta tierra seguirá siendo asechado por el gran capital y la sociedad perseguida por virus y pandemias.

II. Planteamientos desde los movimientos sociales para enfrentar la pandemia del Covid-19

A. El COVID-19 y el acceso limitado a los principales medios de vida agua, tierra, alimentos y aire saludable.

Desde los distintos movimientos sociales de Europa y Latinoamérica existe un consenso compartido, en que los actuales efectos generados por el COVID-19 a escala planetaria está poniendo en evidencia la manera en el relacionamiento de aspectos como el acceso al agua, producción de alimentos, acceso a la tierra, servicios de salud comunitaria y la calidad del aire, están detrás de las estrategias sociales y humanitarias para hacer frente a la actual crisis.

La ausencia al acceso de agua, alimentos, tierra y salud hace que la actual crisis sea nada llevadera para 1,400 millones de personas que en la actualidad viven en pobreza extrema. Limitantes que en el fondo están determinado por la dinámica de un modelo capitalista mundial concentrador de riquezas y por consiguiente generador de pobrezas, las cuales se agravan a través de la corrupción, cambio climático, enfermedades y pandemias, desigualdades en el reparto de la riqueza, discriminación de género, despilfarro de alimentos, etcétera.

Actualmente en nuestro planeta viven más de 7.700 millones de personas, de las cuales 2.100 millones (3 de cada 10) carecen de acceso a abastecimiento de agua. La misma problemática sucede en el tema de producción de alimentos, los últimos datos indican que el número de personas que padecen hambre en el mundo continúa en aumento, alcanzando los 821 millones en 2018.

Respecto a la tierra los estudios estiman que en Latinoamérica más del 60% de la población tiene problemas en la seguridad jurídica de la tierra, haciendo difícil el tema de acceso a crédito, asistencia técnica para la producción y acceso a mercados justos, complicando aún más el tema de la seguridad alimentaria. Mucho más dramático es el acceso de la población mundial a una cobertura sanitaria universal[1]. Se estima que cerca de la mitad de la población mundial carece de acceso integral a los servicios sanitarios básicos.

Por último, sobresale el tema de la contaminación ambiental en lo referente a la calidad del aire, el cual es considerado uno de los principales causantes de distintas enfermedades respiratorias y degeneración congénita de los pulmones. Se estima que  el 92 % de los habitantes del planeta no respiran un aire limpio y entre los elementos de fondo que lo promueven sobresalen la contaminación del aire provenientes de la agricultura, el ganado y las centrales eléctricas que queman carbón, entre otras.

B. Principales planteamientos de transformación para enfrentar la pandemia

En es contexto de crisis y acceso limitado  los principales medios de vida, los movimientos ambientalistas han vuelto a reposicionar en el espacio público una serie de planteamientos y demandas orientadas a enfrentar los actuales efectos económicos, sociales y humanitarios del COVID-19. Entre los principales planteamientos de transformación sobresalen:

Cambio climático y salud ambiental: El cambio climático y la falta de salud ambiental nos hacen más vulnerables a pandemias globales como el COVID-19. Es por eso que desde el movimiento social de corte ambientalista y ecologista, se plantea transformar la actual matriz económica y productiva del sistema capitalista, mediante el uso de tecnologías adecuados que recorten la emisión de gases y destrucción de la atmosfera, como también, el uso de energía renovable que corte drásticamente el uso de carbón y petróleo.

Desde los movimientos sociales ente planteamiento cruza temas sensibles de la actual dinámica capitalista planteados alrededor de la “transición ecología”: la disminución del consumo como medida efectiva para la preservación de los recursos del planeta, el cese a extracción de los recursos naturales para frenar destrucción de la biodiversidad y, por último, la construcción de una nueva institucionalidad pública de corte ecologista y ambiental que promueva prácticas de protección y conservación.

En ese marco cobra sentido la salud ambiental, en un contexto en que el cambio climático y la extracción de los recursos naturales generan una mala calidad del aire y la contaminación del agua, además de provocar una gran cantidad de muertes prematuras al año, merman la salud de la población y nos hacen más vulnerables a infecciones como la que supone el COVID-19. Por ello, se debe dar prioridad a actuaciones que mejoren en binomio salud y medio ambiente en todas las políticas públicas.

Agroecología y agricultura campesina sostenible: La crisis de producción y comercialización del agronegocio generada por el COVID-19, está poniendo en aprietos el abastecimiento de productos básicos para la alimentación de las personas en las ciudades y en las comunidades rurales del planeta. De ahí que planteamientos y propuestas desde La Vía Campesina (LVC), sean en la actualidad medidas alternativas para lograr la producción de alimentos. Dicho planteamiento y propuestas cuenta con algunos principios básicos: el sistema alimentario del agronegocio no puede alimentar a todo el mundo, el campesinado y a la agricultura familiar alimentan hoy al mundo y la agroecología tiene un mayor grado de resiliencia que el cambio climático

En ese marco, la agroecología y la agricultura campesina sostenible plantea que la actual crisis en manos del agronegocio es insostenible tanto en términos económicos y ambientales, y por eso es necesario la creación de un nuevo sistema de producción campesina de baja escala manejada por familias campesinas y por las comunidades, que permita el desarrollo de la biodiversidad funcional manejando producciones diversificas, integrando cultivos, árboles y animales para su posterior inserción en el mercado local y nacional.

Esos principios críticos se plantean alrededor de las siguientes demandas: Implementar un proceso de reforma agraria que acabe con el acaparamiento de la tierra y la ejecución de políticas para la protección de la soberanía alimentaria (protección de mercados locales, lucha contra el acaparamiento y especulación por parte de las corporaciones, la protección de semillas criollas), entre otras.

La protección de la biodiversidad: En la actualidad es un debate abierto desde dos direcciones: sanitaria y ecológica. En la sanitaria sobresale la manera en que la pérdida de biodiversidad promueve la expansión mundial de virus y enfermedades infecciosas, ya que la variedad de animales y plantas actúan como un escudo protector. Según las investigaciones de expertos de universidades, las especies más proclives a desaparecer son precisamente aquellas que amortiguan las enfermedades infecciosas, como la del COVID-19.

Desde la perspectiva ecológica sobresale la idea que la protección de la biodiversidad pasa por considerar la dinámica de explotación y extracción de recursos naturales por el proyecto extractivista. En ese punto se subraya que la extracción de estos recursos no solo afecta la dinámica socioambiental en las comunidades, sino que también altera los círculos de estabilidad y equilibrios de la naturaleza.

Lo anterior conlleva a que fenómenos como el COVID-19 tengan mayor impacto en aquellas comunidades que no cuentan con escudos ambientales de proteccion que le permita hacerle frente a este tipo de pandemias, por ejemplo, el uso del agua ante la contaminación y deforestación, la contaminación del aire por la extracción de minerales y el uso de químicos para la producción agrícola que impactan en la salud y hacen mas vulnerables a las personas.

Sistemas comunitarios alternativos de salud: En la actual crisis sanitaria debelada por el COVID-19, producto del colapso del sistema de salud público, el movimiento indigenista y sectores feministas, han vuelto a posicionar y replantear con mayor fuerza la idea de los sistemas comunitarios alternativos de salud, como un esfuerzo y apuesta estratégica para que las comunidades alrededor de sus ancestralidades sean las que dicten las políticas de salud comunitaria.

Este posicionamiento se desarrolla alrededor de todo un enfoque crítico hacia la medicina tradicional, el cual consiste en poner en cuestión la mercantilización de la medicina por parte de las grandes cadenas farmacéuticas. También se menciona la imposibilidad de los sectores de bajos recursos de poder acceder a ese tipo de medicina por sus altos costos y de igual forma, la manera en que no es una medicina que ayuda a prevenir enfermedades, sino que su enfoque es altamente curativo y destructor de los cuerpos debido a su composición química.

Estado democrático de derecho y el fin de las políticas de austeridad: Producto del fracaso el modelo neoliberal en sus esfuerzos de achicar las acciones de intervención social de los estados y la reducción del presupuesto en gasto público (salud, educación,  empleo, ciencia y lucha contra la corrupción), los movimientos sociales establecen que es necesario avanzar en un proceso de constitución de una Estado democrático de derecho, en el cual el tema de los derechos humanos (mujeres, minorías étnicas, trabajadores, campesinos), sea uno de los principales ejes para repensar temas como las políticas económicas y modelos de desarrollo económicos.

En este nuevo estado el tema de la inclusión de los sectores excluidos es fundamental y de igual forma lo es el tema del presupuesto público para ponerle fin las políticas de austeridad que reducen el gasto público. En ese marco se plantea la reorientación del presupuesto para el sector salud en la construcción de todo un sistema de salud publica innovador, humanista y con capacidad de respuesta ante crisis y pandemias, como también una amplia inversión en programas científicos médicos y sociales que permitan mitigar los riesgos en tiempos crisis sociales, humanitarias y sanitarias como la actual.

DESCARGAR: Analisis Coyuntura Marzo 2020 – CESPAD

[1] La cual comprende: gama de servicios de salud esenciales de calidad, desde la promoción de la salud hasta la prevención, el tratamiento, la rehabilitación y los cuidados paliativos.