Wendy Cruz: el rostro y la voz de las mujeres del campo en Honduras

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Por: Gerzon Padilla (periodista)

Es alta y de piel canela. Curtida por las luchas de muchos años en busca de la reivindicación de los derechos de las mujeres. Es Wendy Cruz, el rostro visible de las mujeres del área rural de Honduras, y esta es parte de la historia de una vida entregada en cuerpo y alma a esa causa.

Lo que al inicio iba a ser una entrevista de trabajo se convirtió en una agradable conversación. Llegamos a la Vía Campesina. El ambiente era relajado. Algunas personas cocían frijoles a la entrada; eran hombres de campo que preparaban su almuerzo.

Al entrar, en el edificio se escuchaban voces de varias mujeres que se encontraban en el segundo piso. Una de ellas era la de Wendy Cruz. Sonrío y saludó con tal familiaridad que parecía una persona conocida de toda la vida. Así comenzó nuestro encuentro con esta mujer que ha dejado parte de su vida en la lucha para lograr derechos que se les han negado a las mujeres, como las que pertenecen al campo y que suman más de dos millones.

Sus inicios en una lucha que va para largo


Wendy es madre soltera. Tiene dos hijos que son la razón de su vida. A ellos les ha sabido inculcar su amor y solidaridad hacia las mujeres y la defensa de sus derechos. “Mi primer trabajo fue con el Instituto de Formación Cooperativista” –dijo-. “Allí conocí a Inés Fuentes, uno de los líderes campesinos más reconocidos de ese tiempo. Él me recomendó al Consejo Coordinador de Organizaciones Campesinas de Honduras (Cococh), en un programa a nivel centroamericano”, rememora, con lo que comenzó su vinculación con el mundo del campo.

Posteriormente se le presentó la opción de formarse en el área técnica, un trabajo que realiza, desde entonces, a favor de las mujeres del sector rural, dentro de la organización Vía Campesina, organización donde funge como

Coordinadora Técnica del eje de mujeres de la Vía Campesinas y enlace de Credimujer.

Fue adquiriendo más responsabilidades debido a su compromiso, por eso no fue fácil. Todo transcurría entre su trabajo, sus hijos y sus estudios universitarios, de los que egresó como Licenciada en Trabajo Social.

“Para mí, haberme graduado con la experiencia adquirida en la lucha a favor de las mujeres que se encuentran en el interior del país, me ayudó a reforzar los conocimientos técnicos en la Universidad”, sostiene.

La solidaridad en la lucha campesina

A Wendy, el trabajo con las mujeres del campo le ha brindado una visión más social y solidaria de la vida. Los episodios vividos en luchas diversas le han dejado lecciones inolvidables. Cuenta el ejemplo de lo acontecido en la comunidad de Rigores, municipio de Trujillo, departamento de Colón.

En una de tantas ocasiones, 150 familias fueron desalojadas, rememora. Quienes llegaron a agredir el campamento de recuperación de tierra, le prendieron fuego a la escuela con la que contaban las comunidades. Durante varios meses los alumnos tuvieron que recibir clases a la intemperie.

En ese lugar se realizó una campaña encabezada por la Vía Campesina, denominada “Solidaridad con Rigores”, que ayudó a reconstruir la escuela para más de 300 niños y niñas. “Esa fue una satisfacción muy grande, crear mejores condiciones para que las personas de los sectores más vulnerables, especialmente para las mujeres y niños, tuvieran acceso a la educación”, dice.

Credimujer: una lucha quijotesca

Los procesos en los que Wendy Cruz se ha visto involucrada han sido muy duros y difíciles. Sin embargo, desde el año 2015, una de las férreas luchas de esta defensora de derechos humanos ha sido “dar vida” al programa Credimujer.

Aunque en el trabajo de incidencia para la aprobación y funcionamiento de Credimujer, han participado muchas otras organizaciones de mujeres, campesinas y feministas, acompañadas y asesoradas por Oxfam, Wendy se convirtió en uno de los rostros visibles de esa lucha.

Con ese trabajo se logró que el pasado 30 de septiembre del 2015, el Congreso Nacional (CN) de Honduras, aprobara la Ley para el Programa Nacional de Crédito Solidario para la Mujer Rural «Credimujer», con el cual se beneficiaría a más de dos millones de mujeres del campo hondureño a través del otorgamiento de créditos para la producción agropecuaria. 

“Esto significó un primer paso para lograr la aprobación de una política pública que permitirá proveer de créditos y asesoría técnica a las mujeres rurales con o sin tierra. Con el este programa se lucha por el acceso a la tierra, el crédito en el sistema financiero para la creación de fuentes de trabajo, la educación y la salud”, sostuvo.

Como en la insigne novela “Don Quijote de la Mancha”, Wendy y las mujeres de las demás organizaciones luchan contra esos molinos de viento y la ignorancia de un sistema y sociedad que ha ido abriendo espacio a los derechos de las mujeres pero a punta de bayonetas.

“Este programa busca reivindicar los derechos económicos de las mujeres del área rural, un tema muy vinculado a la dependencia económica de las mujeres para que mejoren sus condiciones y que tengan otras formas de salir de la violencia”, sostiene con entereza. “Significa una esperanza de contribuir a que muchas de las mujeres del área rural no vivan en discriminación”, agregó.

Una lucha por dentro y por fuera

Para lograr la aprobación del programa Credimujer, las mujeres y feministas han tenido que sortear cualquier cantidad de obstáculos, incluyendo los generados en el interior de las propias organizaciones de campesinos y campesinas.

“Los hombres en particular, decían que para que van a luchar por un programa de crédito con el gobierno. El liderazgo masculino hizo que generásemos peleas internas. Pero poco a poco fuimos posicionando la agenda, como una demanda válida, muy relacionada con los derechos económicos de las mujeres”, afirma.

Y es que yendo en retrospectiva, en el 2015, con la campaña “Cosechemos justicia para las mujeres del campo”, apoyada por Oxfam, comenzó un proceso de “estiras y encoje”, para lograr la aprobación del programa Credimujer. “Ha sido un trabajo arduo, muy criticado, pero a la fecha hemos logrado la aprobación del reglamento y que se emitieran los primeros 35 millones de lempiras para el inicio de operación del fideicomiso con el que operará ese crédito para las mujeres desarrollen proyectos productivos”, agregó Wendy.

Cruz es una convencida de que el marginamiento al que se ha sometido a las mujeres ha contribuido al empobrecimiento de las familias del campo. “Basta con que a las mujeres se les ayude a obtener las herramientas, el financiamiento y les garantizamos que devolveremos hogares que van a mejorar sus condición y calidad de vida”, afirma.

Ella, más que soñar, trabaja. Más que criticar, da soluciones. Lucha todos los días y ahora ve cómo su esfuerzo, el de las mujeres que trabajan de la mano con ella y las organizaciones que apuestan a esta iniciativa, recibe recompensa.

“Seguiremos la lucha. Ahora vamos por los 105 millones de Credimujer y que el programa se haga una realidad para crear oportunidad para las mujeres. No es fácil cambiar la mentalidad, pero sin duda hemos mejorado”, dijo satisfecha.