Caja de Pandora: una red de corrupción con viejas raíces en Honduras

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Escrito por Claudia Mendoza (Parte 1 de 3).

La cercana relación que Fernando Suárez, apoderado legal de las Fundaciones Dibattista y Todos Somos Honduras, construyó con personas particulares, con diputados y funcionarios públicos del más alto rango en el país, entre los años 2005-2014, fue la base de una de las redes de corrupción que permitió el robo de 282 millones de lempiras, unos 12 millones de dólares del erario de Honduras.

“La Caja de Pandora” se le llamó al caso, mítico nombre dado a una trama acorde a lo que aflora al hurgarse, pues emana una podredumbre insospechada.  Se trata de una red en la que se implica, hasta este momento, apenas a 38 personas de muchas más que estarían involucradas pero que permanecen invisibles, lejanas e intocables.

El caso, que comenzó a conocerse en el año 2014 a través de denuncias en medios de comunicación, ha ido cobrando matices diversos. Un primer momento lo constituyen los datos que públicamente se conocieron de forma oficial con el requerimiento fiscal que emitió el Ministerio Público de Honduras en junio del año 2018, a través de la Unidad Fiscal Especial contra la Impunidad de la Corrupción (UFECIC), con el acompañamiento de la Misión de Apoyo contra la Corrupción y la Impunidad en Honduras (MACCIH). También de manera conjunta con la Fiscalía Especial para la Transparencia y Combate a la Corrupción Pública. Un segundo instante acontece cuando una de las principales figuras inculpadas, Fernando Suárez, habla a través de su apoderado legal, el abogado Omar Menjívar, en el mes de noviembre del mismo año. Ambos momentos aportan datos que es importante que la opinión pública conozca y que les presentaremos en varias entregas.

2006-2010: la creación y consolidación de la estructura criminal

Fueron las Fundaciones Dibattista y Todos Somos Honduras, las que encajarían en el plan para el robo millonario de recursos públicos que se tejió entre el año 2005 y el 2010, y que legalizaría el desvío de dinero que estaba destinado para la ejecución de proyectos (capacitación a jóvenes rurales, proyectos agropecuarios, agroindustriales y hortícolas para madres jóvenes) en varias comunidades de al menos 8 departamentos de Honduras, pero que terminaron en los bolsillos de políticos, funcionarios públicos y personas particulares.

Es importante resaltar que si bien es cierto, son ocho los convenios que han trascendido y que firmaron ambas fundaciones con la Secretaría de Agricultura y Ganadería (SAG), entre el 2010 y el 2013, el hilo inicial de esta red de corrupción comenzó en el 2005.

Fernando Suárez: la mano derecha de la hermana del presidente de Honduras

A Fernando José Suárez Ramírez se le conoció públicamente al destaparse “la caja de pandora”. Anduvo prófugo durante algún tiempo hasta que el 23 de noviembre del 2018 se entregó a la Agencia Técnica de Investigación Criminal (ATIC). Suárez, abogado y notario de profesión, fue acusado de los delitos de fraude, malversación de caudales públicos, uso de documentos públicos falsos, prevaricato y lavado de activos en perjuicio de la administración pública y la economía del Estado. Esas imputaciones le sobrevinieron por haber sido el apoderado legal de las fundaciones.

Suárez era la persona que manipulaba los fondos que ingresaban a las fundaciones, con proveniencia de la Secretaría de Agricultura y Ganadería. Firmaba y entregaba cheques a empresas, funcionarios de gobierno y personas particulares; hacía compras y pagos en efectivo con los millones de lempiras que pasaron por sus manos. 

Pero, ¿cómo logró tener tanto poder? La respuesta está en lo que poco a poco se ha ido conociendo con lujo de detalles: que Fernando Suárez era la mano derecha de Hilda Hernández, hermana del presidente Juan Orlando Hernández, fallecida en el mes de noviembre del 2017 en un accidente  aéreo.

Una amplia conversación con el abogado Omar Menjívar, quien entabló una relación de amistad con Fernando Suárez en el año 2004, luego de recibir juntos un posgrado de Derecho Penal, y quien ahora lo representa en los cargos que se le imputan por el “caso Pandora”, nos permitió tener acceso a detalles de hechos que habrían ocurrido entre el 2005 y el 2014, pero que apenas son la punta de una trama con viejas e insospechadas raíces de corrupción en Honduras.

¿Por qué Suárez decide entregarse y “soltar la lengua”?

Cuando se conoce el escándalo de los millones que se sustrajeron a través de la Secretaría de Agricultura y Ganadería, Suárez, consciente de su participación en los hechos y por consejo de Menjívar, decide entregarse y colaborar con las autoridades para optar a la aplicación de un criterio de oportunidades, una figura que permite aminorar penas a cambio de contribuir con la justicia en el esclarecimiento del caso. Sin embargo, a Suárez también lo motivó a hablar la vinculación en la consumación de los hechos que se hace de su madre Alba Luz Ramírez (lavado de activos), de su padre Jaime Antonio Suárez (lavado de activos, fraude, malversación de caudales) y de su tío Sixto Pineda (lavado de activos). Suárez afirma que ellos no tienen nada que ver en la trama; se entrega y es así que comienzan a conocerse las entrañas de este caso, a través de Menjivar.

Foto: El País / Fernando Suárez

¿Cómo comienza esta red?

Antes del 2006, Fernando Suárez conoció y cimentó una relación de trabajo con Pietro Dibattista, inversionista italiano y cónsul honorario en Roatán, una de las islas del departamento de Islas de la Bahía, zona insular de Honduras. De hecho, de esa relación surgió la idea de crear la fundación que lleva el apellido del empresario con quien Suárez, además, colaboraba en diversos trabajos, en su condición de abogado.

Lo que Dibattista quería, sostiene Suárez a través de su abogado, era “justificar algunos gastos y atribuírselos a la fundación. Y toda esa plata queda exenta del pago de impuestos. Es una forma de evadir impuestos, una forma filantrópica de evadir impuestos”.

A cual mejor trama novelesca de corruptela, Dibattista, quien conocía a algunos funcionarios públicos, comenzó a tener beneficios de su relación con el gobierno, sostiene Menjívar. Suárez, por su parte, comienza a tener contacto con otros funcionarios, incluyendo a la hermana del presidente de Honduras, Hilda Hernández. “Esa plata que se saca no terminaba favoreciendo al señor Pietro Dibattista sino que la presta, digamos, presta la Fundación para que políticos, especialmente diputados, puedan sacar fondos del Congreso a través de la Fundación”, agrega.

El “préstamo del nombre a la fundación” le deja favores al empresario italiano, dice Menjívar. “Por ejemplo, a partir de esa relación, eventos del Gobierno que antes se hacían en otro lugar, ahora se hacen en el hotel de Pietro Dibattista. Le consiguieron una línea aérea, una licencia para volar y otros beneficios que Fernando explica muy bien. Pero lo que queda claro es que el señor Dibattista,es uno de los beneficiarios de prestar el nombre de la fundación para realizar todas estas operaciones”.

Dibattista se “cura en Salud”

El 13 de marzo del 2014, Pietro Dibattista apareció en algunos medios de comunicación de Honduras, denunciando hechos relacionados con “operaciones atípicas y no autorizadas”, en relación con unposible desvío ilegal de fondos desde la Secretaría de Agricultura y Ganadería (SAG) , hacia la fundación que tiene su apellido.

La denuncia quedó registrada bajo el número 561-2014, en el Ministerio Público. Pero esa acción, dice el defensor de Suárez, “era una forma de curarse en salud, porque el escándalo reventó y el escándalo mediático ponía en el centro de estos eventos a la fundación que lleva su nombre. Y por supuesto, acomoda los hechos de tal manera que él se sustrae de todos estos eventos y la Fiscalía, que no conoce nada al principio, es sorprendida, digamos, en su buena fe y le da seguimiento a esta denuncia que ya era pública a través de medios de comunicación”.

Las limitadas capacidades de la institucionalidad del Estado de Honduras salieron a flote con este caso. El Ministerio Público comenzó la investigación a partir del escándalo mediático, el que señalaba únicamente las fundaciones, sustrayendo fondos a través de la SAG. Sin embargo, se trata de una red que va mucho más lejos y que hasta el momento ha sabido sortear la justicia de Honduras.

¿Cómo se crea la fundación Dibattista?

El 3 de noviembre del año 2005, el abogado Fernando José Suárez Ramírez, presentó solicitud ante la Secretaría de Estado en el despacho de Gobernación y Justicia, para que se le otorgue personería jurídica y se aprueben los estatutos a la Fundación Dibattista. Con fecha 14 de diciembre del 2006, mediante resolución 1230-2006, se le concedió la personería jurídica y se aprobaron los  estatutos de la fundación con domicilio en West Bay, municipio de Roatán, quedando inscrita en la Unidad de Registro y Seguimiento de Asociaciones Civiles (URSAC), el 5 de enero del 2007, con Suárez como apoderado legal y Pietro Dibattista como presidente de la fundación.

El 6 de mayo del 2013, Suárez solicita a la URSAC, la inscripción extemporánea de la Junta Directiva de la fundación, para el periodo 2013-2014. Era la primera vez que se registraba una junta directiva.

Las cuentas bancarias “Dibattista”

Con su firma, como la única autorizada para sustraer dinero, Fernando Suárez abrió 4 cuentas en el Banco HSBC (ahora Davivienda), a nombre de la Fundación Dibattista (el 4 de noviembre del año 2009), según consta en el requerimiento fiscal del Ministerio Público: cuenta en dólares N.1171165526 y la cuenta en lempiras N.1171165534. Posteriormente, el 29 de enero del 2011, abrió la cuenta de cheques N.1171170112, y el 3 de febrero del 2012, la cuenta en lempiras N.1171174142.

La información en el Ministerio Público brinda datos de que el 9 de agosto del 2013, Suárez nuevamente abrió 2 cuentas, esta vez en la ciudad de La Ceiba, departamento de Atlántida, norte de Honduras, en el Banco de Occidente: cuenta de cheques N.119120001710 y cuenta de ahorros N. 219120044939. Al igual que las anteriores, solo la firma de Suárez estaba autorizada para realizar las transacciones.

Un elemento más que se destaca en el requerimiento fiscal es que las juntas directivas que se detallan en las constancias expedidas por la URSAC, para la apertura de las cuentas, tanto en el Banco HSBC como en Banco de Occidente, eran inexistentes. 

Foto: La Prensa / MACCIH 

 ¡De Honduras en Desarrollo a Todos Somos Honduras!

Con las operaciones que se fueron realizando a través de la fundación Dibattista, Suárez fue cobrando notoriedad en ese círculo. Un día de tantos fue llamado por Hilda Hernández, afirma Menjívar, quien resume las palabras de su defendido de la siguiente manera: “Fernando tenía una diferencia respecto a los otros que manejaban otras fundaciones y es que llegó a ganarse la confianza dela directora ejecutiva de todo esto, que era la señora Hilda Hernández. Llegó a ser su mano derecha. Fernando me dice, “yo era la mano con la que se limpiaba el trasero”.

Es en ese contexto que el 3 de diciembre del 2010, mediante resolución 1504-2010 de la Secretaría de Estado en el Despacho del Interior y Población, se concedió la personería jurídica de la Fundación Honduras en Desarrollo, misma que, de acuerdo con el requerimiento fiscal, modificó posteriormente su denominación a Fundación Todos Somos Honduras. El 7 de diciembre del 2010, bajo el número 201000382, esta fundación quedó debidamente registrada ante la URSAC.

El 7 de enero del 2013, Suárez también solicitó ante ese ente estatal, la inscripción de la Junta Directiva de la fundación, para el periodo 2012-2014. Jaime Antonio Suárez, padre de Fernando Suárez, fue nombrado como presidente.

Las cuentas de Todos Somos Honduras

Al igual que con Dibattista, Suárez abre 2 cuentas el 10 de diciembre del 2010, en Banco de Occidente: cuenta de ahorros N. 21-434010396-8 y la cuenta de cheques N. 11-434-000121-2, con su firma registrada y autorizada como la única para realizar cualquier transacción financiera y emisión de cheques. Aquí también se repite el hecho de que para la apertura de estas cuentas se presentó documentación de una junta directiva que no existía.

Fernando estaba, para ese entonces en el“top” de una estructura, de una jerarquía vigente pero invisible.