Gustavo Irías, Director Ejecutivo del CESPAD
12 de mayo, 2021
Honduras, un país que sigue sin resolver la crisis de la democracia político-electoral (heredada del golpe de Estado del 2009), ha sumado en estos últimos 10 años una multiplicidad de crisis: la sanitaria por la COVID19, la socio-ambiental y humanitaria (inundaciones ETA e IOTA), y las generadas por las violencias de diversos tipos, en contra de sectores históricamente vulnerables, económica y socialmente. El extremo es tal que, hoy en día, para gestionar una salida a esta crisis debería combinarse una estrategia de recuperación, reconstrucción y transformación. La situación actual de Honduras retrata una realidad marcada por el incremento de la pobreza, la desigualdad, el desplazamiento poblacional, los flujos crecientes de migración hacia los EE.UU, la infracción de los derechos humanos, la exclusión de servicios básicos como educación y salud de amplios sectores de la población, y falta de oportunidades, en una de las sociedades con las mayores fracturas sociales de la región.
En 10 años se ha construido un modelo autoritario que ha implicado retrocesos significativos en el Estado de derecho, los derechos humanos y la democracia. Este régimen político ha favorecido la corrupción en amplia escala y las actividades de algunos sectores del crimen organizado. En tales circunstancias, la polarización política, heredada del golpe de Estado no ha sido superada pero ha tomado nuevas formas, al grado que la contradicción principal al día de hoy es entre quienes sostienen y defienden el actual modelo autoritario y una diversidad de sectores sociales y políticos que pugnan por recuperar la democracia, la decencia nacional, el Estado de derecho y la forma de gobierno republicano.
La oposición a este modelo autoritario es ampliamente mayoritaria, pero muy fragmentada en sus enfoques del cambio político y social. Es un amplio abanico desde el centro derecha a un progresismo de izquierda. En los últimos cuatro años, la oposición ha ensayado diversas iniciativas para sustituir el actual régimen autoritario: desde la participación en las elecciones generales del 2017; el levantamiento social contra el fraude electoral de ese mismo año; el diálogo interpartidario promovido por las Naciones Unidas; la exigencia de la conformación de un gobierno de transición y otras más. Finalmente, el único espacio que ha quedado para dirimir esta contradicción es la arena electoral.
Si recurrimos a la experiencia histórica, la oposición política y social hondureña debería haber avanzado hacia una forma de “frente amplio” en torno a un programa mínimo de cambios consensuados y a una candidatura única para desplazar con éxito del poder al gobernante Partido Nacional. No obstante, las diferencias programáticas, los protagonismos personales y probablemente la falta de talento estratégico, han impedido a la oposición hondureña avanzar hacia estas formas políticas de articulación exitosa frente a regímenes autoritarios y/o dictatoriales, tal como el que actualmente gobierna el país. Estas formas de gobierno generalmente generan la impugnación de una amplitud de sectores políticos y sociales. Este es el caso actual de Honduras, pero solo con formas articuladas que apunten a la construcción de una nueva mayoría, es posible desplazar este tipo de régimen político.
Las elecciones internas y las tendencias políticas más relevantes
Mientras tanto, un nuevo proceso electoral ha comenzado en el país con las elecciones primarias del 14 de marzo del 2021, evidenciándose la continuidad de procesos electorales marcados por el fraude y la opacidad. Y más allá de un fallo institucional, retratan la cultura política anti-democrática instalada en el sistema de partidos políticos. Independientemente de la falta de confianza en los resultados arrojados por la consulta primaria, este proceso evidenció algunos hechos que caracterizan a la política hondureña en este momento:
El primero, la vigencia del Partido Nacional como opción política, a pesar de su mal gobierno y de las frecuentes acusaciones de corrupción y narcotráfico. Una base de simpatizantes no despreciable de este partido, continúa movilizándose electoralmente.
El segundo, la renovada crisis del Partido Liberal y una probable nueva ruptura en sus filas. No obstante, que las elecciones internas movilizaron a un mayor número de votantes de este partido, las acusaciones de fraude y la recomposición de fuerzas internas favorable a la élite tradicionalmente dominante de ese partido, están conduciendo a otro rompimiento interno.
El tercero, el Partido Libertad y Refundación (LIBRE), continúa entusiasmando a su base de adherentes y se posiciona como la opción política más progresista en el escenario nacional, con una amplia diversidad interna de imaginarios de cambio de país. Esto no niega el crecimiento de tendencias internas que cuestionan el liderazgo histórico de este partido, pero estas tendencias aún son minoritarias.
Y el cuarto, la existencia de una crisis ética y de valores en un sector importante del electorado, expresado en su voto favorable a candidaturas de personas señaladas por actos de corrupción, participación en la narcoactividad e incluso, de un ex convicto por este tipo de actividades o delitos conexos (es el caso de Yani Rosenthal).
Otra fuerza política que no puede ignorarse es la del Partido Salvador de Honduras (PSH). Esta fuerza no realizó elecciones internas, pero su candidato (Salvador Nasralla) ha mantenido una activa presencia en los medios de comunicación. Además, se encuentra abocado a gestionar una crisis interna que podría colocar en riesgo su liderazgo en el PSH .
El Centro de Estudio para la Democracia (CESPAD), ha querido constatar los hechos arriba registrados, pero en especial verificar el grado de fidelidad partidaria, la intención del voto por las candidaturas presidenciales en este momento, y el peso de apoyo por segmentos de edad, por sexo (entre hombres y mujeres), así como en las zonas urbanas y rurales. Para ello, hemos recurrido al levantamiento de una corta encuesta de opinión realizada al nivel nacional[1]. Estos son los resultados más importantes:
1) Grado de simpatía por los principales partidos políticos
Tal como lo han registrado varias encuestas en estos últimos años, el Partido Nacional (PN), es la agrupación política con el mayor número de adherentes y/o de personas que muestran su simpatía. Sin embargo, esa fidelidad partidaria, en el actual momento, apenas representa el 20.5% del total del electorado y registra una clara tendencia hacia la baja, en especial si nos apoyamos en la comparación con los datos publicados por otras encuestadoras[2] y en los resultados de las elecciones generales del 2017 (43% a favor del PN). Esta tendencia es la expresión del desgaste de más de 10 años de una gestión caracterizada por el autoritarismo, la corrupción y sus vínculos con actividades de la criminalidad organizada. Estas dos últimas actividades documentadas penalmente por Misión de Apoyo contra la Corrupción y la Impunidad en Honduras (MACCIH) y por los procesos judiciales desarrollados desde el 2019 en la Corte Sur de Nueva York.
Por su orden, siguen en simpatía LIBRE, con el 11.5%, y el Partido Liberal (PL), con el 10.5%. La sumatoria de ambos partidos iguala a la fuerza del PN, esto significa, en términos relativos, que el PN con la actual normativa electoral y a falta de alianzas de la oposición bien podría ganar nuevamente las elecciones de noviembre, estableciendo un gobierno de clara minoría, lo cual ahondaría la crisis de legitimidad democrática que actualmente vive el país. Con estos datos sobre la simpatía partidaria, LIBRE estaría alcanzando la mejor medición que alcanzó en el 2020 y el PL, con una pequeña reducción, se mantendría dentro de los parámetros de medición registrados en los últimos meses[3].
En lo referido al PSH, el nivel registrado de simpatía es del 3.5%. Para algunos lectores podría ser sorprendente este dato pero en realidad es consistente con el grado de organización partidaria; la encuesta, lo que registra es el nivel de fidelidad a cada agrupación política. El dato estaría indicando que aún es débil el sentido de adscripción ciudadana a esta nueva fuerza política. Adicionalmente, está el sector de “otro partido”, representando apenas por el 1.4% del electorado. Esto indica que las simpatías partidarias se concentran en cuatro partidos políticos: Nacional, LIBRE, Liberal y Salvador de Honduras. Sin embargo, la mayoría de los electores se declaran independientes (47.98%), una situación que expresa, en buena medida, la desafección con la política y los políticos de un amplio sector de la ciudadanía.
Y este sector independiente (expresado en la categoría de “ninguno”, ver Cuadro # 1), es el “partido” decisivo, aunque no vota en un 100%, el porcentaje que decide asistir a las urnas el día de las elecciones es el que determina los resultados finales de las votaciones, si es que no media el fraude electoral.
2) Las preferencias por la candidatura a la presidencia de la república
Si hoy fueran las elecciones, serían ganadas apretadamente por Nasry Asfura (14.9%), seguido por Xiomara Castro (11.7%), ver Cuadro # 2. En todo caso, con la actual configuración de fuerzas, el triunfo electoral de cualquier partido político sería de una minoría, con lo que el país continuará atrapado en sus múltiples crisis, sin mayores posibilidades de solución. Desde la oposición, ni Xiomara Castro, ni Salvador Nasralla, ni Yani Rosenthal, tienen la fuerza suficiente, por sí solos, de asegurar un fácil triunfo ante el PN, a pesar de la baja intención de voto del candidato del partido de gobierno (inferior a la de su propio partido).
Para complejizar más la situación, hay que detenerse en la categoría “Por otro candidato”, que representa el 7.6% del electorado, siendo mayor que la intención del voto alcanzada por el candidato del Partido Liberal. Esta categoría es una expresión de la persistencia en el imaginario del electorado de algunas candidaturas “perdedoras” en las primarias, del acomodamiento de fuerzas en cada partido, y del surgimiento de candidaturas independientes de los partidos políticos. Probablemente constituya la simpatía acumulada de Luis Zelaya, Darío Banegas, Doris Gutiérrez, Milton Benítez, Santos Orellana y otros.
En todo caso, la categoría “Por otro candidato” amplía la dispersión de las fuerzas de oposición; confirma el cansancio por las candidaturas ofrecidas por los partidos mayoritarios; el cuestionamiento a la política hasta ahora practicada, y la búsqueda de un sector de la ciudadanía de nuevas opciones. Para las fuerzas políticas de oposición, esta gran dispersión partidaria debería obligar a recomponer sus ofertas y aunque el tiempo de las alianzas ya está llegando a su límite, también podría repensarse audazmente ese tema (es decir, las alianzas partidarias).
Adicionalmente, si colocamos la atención en el Cuadro # 2, se puede constatar que en la intención del voto, igual que en la simpatía por partido, es ampliamente mayoritario el segmento de población que “no sabe” por quién votará (51.1%), es decir, el voto independiente.
Un dato notable encontrado en la encuesta del CESPAD, es que la fidelidad partidaria, por lo menos en este momento, no está correspondiendo exactamente a la intención del voto por candidato/a, existen discrepancias, las cuales plantean retos especiales a cada candidatura. Ver Cuadro # 3.
Los cuadros # 2 y # 3 nos permiten realizar las siguientes precisiones:
- Nasry (Tito) Asfura aún no logra conquistar a su favor la totalidad de la simpatía partidaria del PN. Esto podría estar evidenciando las fracturas internas que dejaron las elecciones primarias, pero también el débil liderazgo de Asfura en el conjunto del electorado “nacionalista”.
- Xiomara Castro muestra que a pesar de las diferencias internas expresadas en las elecciones primarias, ha logrado capturar la totalidad de la simpatía a su partido. Su reto ahora es convencer y asegurar un porcentaje apreciable del voto independiente. En el actual contexto sin alianzas, una interrogante relevante es: ¿Xiomara Castro tendrá los argumentos y propuestas suficientes para conquistar un porcentaje apreciable del voto independiente y superar a Tito Asfura?
- Salvador Nasralla rebasa ampliamente la simpatía que registra el PSH. La intención de voto que alcanza Nasralla es significativa, ya que estamos a 7 meses de las votaciones generales y podría mejorar esta posición hasta tornarla en ganadora. Pero de nuevo, la indagación, en un contexto sin alianzas, ¿Salvador Nasralla en una carrera atropellada con Xiomara Castro, podrá conquistar el voto independiente suficiente para desplazar al partido de gobierno?
- Yani Rosenthal está por debajo del nivel de simpatía de propio PL. Esta situación claramente expresa las rupturas resultantes de las elecciones primarias e incluso la división de sus filas. En el Cuadro # 2, llama la atención la categoría de “por otro candidato”, el cual es muy alto y podría estar representando la disidencia liberal. Considerando los datos actuales, las posibilidades de Rosenthal de perfilarse como un candidato presidencial ganador son muy limitadas.
3) El apoyo por edad, sexo y por zonas geográficas
Con esta encuesta también indagamos el apoyo a cada candidatura, según segmentos por edad, enfocados en fragmentos de edad entre 18-30 años, 31-50 años y más de 50 años. Asimismo, en el respaldo por sexo (hombres y mujeres) y por zonas geográficas (urbana y rural).
Para empezar, por grupos de edad, el respaldo de la juventud (18 a 30 años), como porcentaje del total de la población entrevistada, es similar en Tito Asfura, Xiomara Castro y Salvador Nasralla. Ahora bien, de las personas que declaran apoyar a cada candidatura por separado, el mayor porcentaje de la juventud corresponde a Salvador Nasralla (60.6%), seguido de Xiomara Castro (40.9%). En la medida que aumenta la edad, el apoyo a Nasralla es menor; en cambio, Xiomara Castro mantiene un apoyo similar en todos los grupos de edad y Tito Asfura es fuertemente respaldado por el grupo de más de 50 años. Ahora bien, de los que no saben por quién votar, el peso de los tres grupos de edad es similar, en promedio el 50% de la población encuestada.
Todas las candidaturas son apoyadas mayoritariamente por las mujeres, en porcentajes relativamente similares. Sin embargo, llama la atención que la candidatura de Salvador Nasralla es poco apoyada por las mujeres (sólo el 36% del total). Ver Cuadro # 5. Estos datos son considerando el respaldo propio de cada candidatura.
En lo que respecta a las áreas geográficas, el respaldo de las zonas rurales y urbanas se presenta muy equilibrado en las candidaturas de Nasry Asfura y Xiomara Castro. Por su parte, el apoyo es abrumadoramente urbano en el caso de Salvador Nasralla. Al igual que el cuadro anterior, estos datos son considerando el respaldo propio de cada candidatura.
En resumen, estos tres últimos cuadros reafirman que el grupo en disputa son los indecisos, quienes definirán el resultado final de estas elecciones, si es que son transparentes y auténticas. Este grupo tiene un peso similar por grupos de edad (más del 50%), adicionalmente, están más indecisas las mujeres (56.8%) y la población de las zonas urbanas (59.3%).
4) Algunas conclusiones
a) Si los partidos y los liderazgos políticos y sociales de oposición registran las aspiraciones de cambio de amplios sectores de la ciudadanía y reconocen que su gran dispersión de fuerzas alejan al país de una salida democrática, aún podrían recomponer sus ofertas y aunque el tiempo de las alianzas ya está llegando a su límite, también podrían repensar audazmente el tema de las alianzas, con vista a la contienda electoral de noviembre del 2021.
b) Con la actual configuración de fuerzas partidarias, sin ninguna articulación de las fuerzas de oposición, lo más probable es que en las próximas elecciones de noviembre volverá a imponerse el Partido Nacional, en un gobierno de clara minoría, lo que ahondará la crisis de legitimidad democrática que actualmente vive el país.
c) A pesar del reconocimiento, por un sector del electorado de cuatro partidos políticos (Nacional, Libre, Liberal y Salvador de Honduras), el “partido” decisivo para los resultados electorales de noviembre de este año, es el amplio sector de la población que se declara sin adscripción partidaria. La oposición sin alianzas desgastará sus fuerzas y oportunidad de triunfo en la disputa por ganar la simpatía del sector independiente. Las posibilidades de victoria de candidaturas por separado de la oposición (Xiomara Castro y Nasralla) son limitadas.
d) Es urgente que el Congreso Nacional apruebe la segunda vuelta, para ser implementada en las elecciones de noviembre. La extendida dispersión de fuerzas políticas disputándose el poder, requiere de fórmulas políticas para recuperar la legitimidad democrática perdida, con un gobierno de mayorías, y abordar con sentido de nación, el triple desafío por la recuperación, reconstrucción y transformación. Esta debería ser una prioridad de país, más allá de los intereses partidarios.
Referencias
[1] Esta encuesta tuvo un alcance nacional, fue levantada del 26 de abril al 7 de mayo, con un margen de error de 2.88 y el número de la muestra fue de 1,888 encuestas.
[2] Para el caso, según CID Gallup la simpatía del Partido Nacional paso del 34% (en enero del 2020) a 29% (en junio del 2020). https://www.laprensa.hn/premium/1350737-410/42-hondurenos-no-tiene-preferencia-ningun-partido-politico y https://www.laprensa.hn/honduras/1385541-410/el-49-de-los-hondurenos-no-tiene-preferencia-por-un-partido-pol%C3%ADtico-elecciones-honduras . Por su parte, la encuesta a cargo del ERIC-SJ le otorgaba, en febrero del 2020, el 27.5% de preferencia de la ciudadanía.
[3] Siempre estamos recurriendo al recurso de la comparación de las encuestas periodicamente publicadas por CID GALLUP y el ERIC-SJ. Sin embargo, respecto a la encuesta de febrero de este año del ERIC-SJ, LIBRE habría experimentado un incremento importante del 8.5% al 11.5% y el Partido Liberal registraría un decremento 16% al 10.59%.