Los albergues: el espejismo de seguridad que está lleno de abusos y vejámenes para las mujeres

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María e Isaac de Chamelecon, dignificados viviendo bajo un puente. Créditos de fotografía: Sean T. Hawkey.

Autoras: Bella Aguilar y Bercely Garcia

Las mujeres son el sector poblacional más afectado con la emergencia climática, social y humanitaria que se vive en Honduras, luego del paso de los huracanes Eta y Iota. Conforman, además, gran parte de la población que se ubica en los albergues. Sin embargo, cientos de historia dan cuenta de los dramas, cargados de abusos, acoso sexual y  situaciones escalofriantes que indican la urgente necesidad de priorizar la atención, con enfoque de género, en los albergues del país.

El quinto informe emitido por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), señala que en Honduras, hasta el día 1 de diciembre de 2020, más de 4 millones de personas han sido afectadas por las tormentas Eta y Iota. De esa cantidad, un 27 por ciento son niñas y niños y el 37 por ciento son mujeres.

La ONU también realizó encuestas en 109 refugios temporales, en la ciudad de San Pedro Sula, que indican que de 3 mil 232 familias albergadas, 179 son mujeres embarazadas y 476 son mujeres en período de lactancia. A ese dato se le deben sumar los resultados de 71 centros de acogida que se encuentran en los municipios de Villanueva, Pimienta, San Manuel y Choloma.

Son miles de mujeres y niñas hondureñas que están conscientes del drama humano que significa pasar los días en un albergue. Según sus propios relatos, sobrellevar el tiempo allí conlleva enfrentar una realidad dura y dramática. “Mientras esperaba ser rescata en el techo de la casa, solo pensaba que no quería llegar a un albergue con mis hijos porque una se imagina los peores peligros en esos lugares. ¿Se imagina estar en la casa por la mañana desayunando con mis hijos y por la noche ya no tener nada de lo que teníamos? Nuestra casa y pertenencias se las llevó el agua por las inundaciones. Es muy doloroso solo recordarlo”, narra, se pregunta y, a la vez, se responde María López, una de las víctimas afectadas por el paso los huracanes.

En el informe publicado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), “Situación de los derechos humanos en Honduras”, realizado durante su visita in loco a Honduras en el 2018, se establece “La grave situación de violencia que enfrentan las mujeres en Honduras y las diversas formas en que esta se expresa, en particular por razón de género, violencia sexual y contra mujeres en especial situación de riesgo, y los altos índices de impunidad que persisten ante estos casos”.

Es decir, con mucha antelación, las mujeres arrastran un contexto adverso que ahora se agrava por la crisis generada por el Covid19 y el impacto de los huracanes. Todo se resume en el recrudecimiento de las violencias contras las mujeres, en una realidad social marcada por las desigualdades de género y discriminación sistemática, principalmente hacia las que se encuentran en los albergues que ha instalado el gobierno central y los gobiernos municipales, para asistir a quienes perdieron sus casas o mantienen bajo agua sus viviendas.

Sin condiciones para sobrellevar la emergencia, sobreviven las mujeres en los albergues

Aura María se organizó con un grupo de amigas y amigos para ir a dejar alimentos a varios refugios en la ciudad de Tegucigalpa, en medio de la crisis.  “Los albergues en su mayoría están ubicados en zonas de conflicto y eso a nosotras como mujeres nos pone en un punto de vulnerabilidad debido a que las maras y pandillas en esas zonas tienen sus políticas de acceso a las colonias y somos vigiladas en todo momento”, dice como una primera observación. Y es que llevar asistencia a las mujeres de los albergues se convierte en un riesgo serio para otras mujeres, que quieren abonar a paliar la crisis.

Para la abogada, defensora de derechos de la mujer y representante del Foro de Mujeres por la Vida, Karol Bobadilla, las mujeres que cohabitan en los albergues sufren todas las violencias «que cotidianamente vivían antes de los huracanes», y estas violencias se han trasladado a los albergues. “Hemos conocido casos de mujeres que después de vivir el trauma del huracán, al día siguiente estaban sufriendo violencia doméstica, o casos en los que asumimos que dentro del hogar existía violaciones hacia menores y que se han descubierto en los albergues, siendo la violencia sexual e institucional las principales”, agrega.

La defensora de derechos de las mujeres y socióloga, Mirtha Gutiérrez, quien ha emprendido una campaña de prevención de violencias dentro de los albergues en El Progreso, Yoro, dice que la situación de las mujeres en los centros de alojamiento temporal es preocupante, pues carecen de asistencia humanitaria y atención estatal; no cuentan con las condiciones necesarias para sobrellevar la emergencia.

Albergue Escuela Luz de Maradiaga, Barrio Cabañas, San Pedro Sula.

Las mujeres que están en los albergues se encuentran en un estado de vulnerabilidad y riesgo debido a que viven en edificios deteriorados, duermen sobre cartones y la humedad de los pisos con sus hijas e hijos. Reciben, además, alimentación no adecuada. “En algunas escuelas que funcionan como albergues no hay energía eléctrica en el área de los baños», señaló Gutiérrez, quien conoce de estas situaciones porque ha realizado visitas a distintos albergues de la zona.

Asimismo, la responsable de actividades de Salud Mental en la zona de Cortés de Médicos del Mundo (MDM), la psicóloga Ámbar Assaf, dice que es necesario que toda ayuda que se brinde a las personas en los albergues, ya sea desde sociedad civil, cooperación internacional y principalmente del Estado, tenga perspectiva de género por las necesidades diferenciadas que existen. “No es lo mismo en este momento ser un hombre de 20 años en un albergue, que ser una mujer de 20 años que está sujeta a violencia sexual”.

Uno de los principales problemas que retrata la vulnerabilidad de las mujeres en los albergues es lo referente a la ayuda humanitaria, la que, según testimonios, no es diferenciada y pocas veces se enfoca en las necesidades de las mujeres. “Las donaciones no van dirigidas específicamente para las necesidades principales de mujeres y a sus hijos e hijas, una situación que empeora el ánimo de las madres ya que si sus niñas y niños no están bien, ellas no tendrán tranquilidad”, puntualizó Aura María.

En la misma línea, la coordinación nacional del Movimiento de Mujeres por la Paz, Visitación Padilla, Cristina Alvarado, señaló que al no contarse con una política de prevención ni de mitigación de riesgo en el país (por la falta de organización estatal), ellas, como organización, sugieren a las personas en los refugios que se organicen en grupos para hacer vigilancia día y noche, para estar alertas ante los riesgos  porque las mujeres, las niñas y niños en estos centros están expuestos a múltiples violencias, particularmente al abuso sexual. Esto no significa, aclaran las consultadas, que las otras violencias como el mal trato físico, psicológico y patrimonial hayan cesado.

La precarización de la asistencia médica hacia las mujeres en los albergues

Otra preocupación que existe por parte de organismos internacionales y organizaciones feministas, es la poca atención sanitaria que se les brinda a las mujeres en los albergues. Este elemento es crítico ya que las mujeres, aparte de la violencia y las desigualdades, sufren un tipo de discriminación por el hecho de ser mujer, al no reconocerles sus derechos sexuales y reproductivos.

La organización Médicos Sin Fronteras (MSF), ha realizado visitas en los albergues de la zona norte y ha detectado enfermedades como infecciones respiratorias y problemas en la piel, resaltando que la salud sexual y reproductiva, la salud mental y la violencia sexual son las más preocupantes.

Assaf sigue diciendo que la salud sexual y reproductiva debe ser una de las atenciones a priorizarse debido a que puede haber un aumento de embarazos no deseados. Por otro lado, menciona que ha habido partos dentro de los albergues y que estos no son espacios que cuenten con las condiciones sanitarias. “En Choloma, las mujeres tienen quejas de posibles infecciones vaginales debido a que estuvieron expuestas a aguas contaminadas durante muchas horas, incluso, días, y estas mujeres no tienen una atención priorizada”, cuestionó Ámbar.

La salud emocional es otro factor que se debe priorizar de forma inmediata, pues las mujeres que se encuentran en los albergues están expuestas a más cargas de los cuidados ya que deben estar pendiente de sus hijas e hijos. “No han vivido sus duelos y sus pérdidas” porque las mujeres deben de estar en función de respuestas, agrega Ambar. Esto implica niveles de estrés altos que posiblemente no serán atendidos y como resultado se pueden tener mayores cuadros de ansiedad, depresiones e incluso, estrés postraumático para las mujeres.

La raquítica respuesta estatal a la crisis

El Estado de Honduras cuenta con la Comisión Permanente de Contingencia, (COPECO), institución encargada de brindar la asistencia humanitaria ante catástrofes naturales como las vividas a causa del Eta y Iota. Esta organización tiene la obligación de organizar, dirigir, coordinar y adoptar medidas de prevención para la protección de la vida y bienes de los habitantes de los 18 departamentos del país.

Pero en la colonia Gracias a Dios de la ciudad de San Pedro Sula, al norte de Honduras, una de las miles de damnificadas que perdió su hogar por las inundaciones y quien decidió mantenerse en el anonimato por razones personales, dice que “a su hogar primero le cayó un árbol y luego el agua arrastró su casa”.  En cuanto al apoyo de COPECO, sostuvo que “de parte de las autoridades no se ha recibido ningún tipo de ayuda, al menos que yo me haya dado cuenta. No sé quién se encarga de donar las colchonetas pero pasan días en que las personas dormimos en el suelo”. Agrega que «las ayudas siempre vienen de parte de personas solidarias».

La misma realidad atraviesan las comunidades rurales que luchan por el acceso a tierra y defensa del territorio. La Coordinadora del Consejo para el Desarrollo de la Mujer Campesina (CODIMCA), Yasmín López, aseguró que ellas como mujeres organizadas no han recibido financiamiento ni asesorías por parte de las municipalidades en el contexto de los fenómenos naturales Eta y Iota.

“Lo que han hecho es ir a dejar platos de comida en los albergues en donde hay aglomeración de personas para hacer política y no en el marco del derecho de las personas que necesitan salir de una emergencia”. Puntualizó que aún “sabiendo que Honduras es un país completamente vulnerable a los impactos del cambio climático, desde el Gobierno central y local no tienen nada planificado para el tema de emergencias”. Lo anterior evidencia que no existen políticas públicas integrales que le permitan a la población hacerle frente a eventos climáticos, ya que acciones como la gestión del riesgo y el ordenamiento territorial no han sido prioridad para los gobiernos.

Entonces, ¿quién asiste la crisis?

Mujer rescatada de los excampos bananeros por socorristas del Progreso, Yoro.

Por parte del Estado de Honduras han sido los miembros del Cuerpo de Bomberos y elementos de la Cruz Roja los que han realizado labores de rescate para proteger vidas en riesgo, por causa de la devastación provocada por los fenómenos naturales ocurridos recientemente en el país.

Según la información oficial provista por estas entidades, más de 13 mil se efectuaron y que han evitado que muchas familias perecieran ahogadas por las inundaciones o soterradas por los deslizamientos en las zonas vulnerables. El Cuerpo de Bomberos sigue dando apoyo a las familias que han perdido sus hogares, con distribución de agua y servicio de ambulancias en distintos puntos de las zonas afectadas, a pesar de que no todos y todas que están en la labor de socorro cuentan con un salario.

Para la socorrista de la Cruz Roja, Keyla Mejía Pacheco, “la atención a la mujer se ha visto muy alta y priorizada ya que hemos tenido casos de partos en zonas inundadas”. Resaltó que la falta de ingesta de alimentos y la deshidratación que presentan son factores que afectan el sistema inmunológico de ellas.

Asimismo, a las mujeres se les brinda asistencia de primeros auxilios psicosocial ya que después de estar durante muchos días en los techos de sus casas y soportar los rescates, llegan con temor, angustia y desesperación a los albergues o las zonas donde han tenido que soportar el destierro que les dejó Eta y Iota.

La rescatista recalcó que una de las principales dificultades que enfrentan es dar asistencia a las mujeres en el ámbito farmacéutico y acondicionamiento de la unidad en donde se transporta a las personas, ya que carecen de medicamentos y de instrumentos que ayudarían a solventar los padecimientos de salud, ocasionados por la situación en las que se les encontró.

Mejía Pacheco destacó que a pesar de que no cuenta con un fondo gubernamental, las y los voluntarios y miembros de la Cruz Roja Hondureña han salido adelante con pequeñas aportaciones, actividades que realizan en conjunto con grupos de apoyo y de personas que llegan con sus donaciones. Solo de esa forma han podido darle respuesta a las responsabilidades que deberían estar en manos de los entes gubernamentales, encargados de situaciones o emergencias naturales como estas.

Voluntario brindando asistencia médica. Progreso, Yoro.

Recomendaciones

Respecto a las violencias en los albergues, se deben de crear protocolos de prevención de violencias que sean accesibles para las niñas, adolescentes y mujeres.

Es urgente que la atención de la salud de las mujeres en el actual contexto se brinde desde un enfoque de género, priorizando en la salud sexual y reproductiva y la atención psicosocial.

Para mitigar el impacto de la pobreza en la vida de las mujeres, el Estado debe reestructurar las políticas orientadas a la economía, de tal modo que sean accesibles a las mujeres  para disminuir los niveles de desigualdad.

En el marco del proceso de Reconstrucción Sostenible, el Estado debe definir las principales políticas públicas encaminadas a resarcir los daños que han sufrido las mujeres, con el objetivo de restablecer los derechos humanos de este sector poblacional.

Este reportaje ha sido formulado en el marco del proyecto: “Políticas Públicas Incluyentes”. Las ideas y opiniones expuestas en este documento son responsabilidad exclusiva del CESPAD y no expresan la posición de TROCAIRE.