A las múltiples crisis que atraviesa el país, incluyendo la actual emergencia provocada por el paso de los huracanes ETA y IOTA, se le debe agregar otra dificultad de amplio espectro: la crisis climática. Honduras “es uno de los tres países más vulnerables del mundo al cambio climático”[1]. En la última década, fue el segundo más afectado por huracanes, tormentas o inundaciones, según el Índice de Riesgo Climático (IRC), que elabora cada año Germanwatch. En casi todos los mapas del grupo de expertos en cambio climático de Naciones Unidas (IPCC), Honduras aparece en rojo y se prevé que las zonas costeras pronto quedarán bajo el mar.
Hasta el 2 de diciembre se reportaron “más de 4 millones de personas afectadas por las tormentas Eta y Iota y aproximadamente 95 mil personas se encuentran ubicadas en albergues[2]”. Las personas que se encuentran en los albergues lo hacen por múltiples razones: porque sus zonas de residencia se encuentran en alerta roja, porque sus zonas se encuentran inundadas, o porque sus comunidades y barrios son ahora inhabitables debido a los estragos dejados por los huracanes.
Es decir, el país experimenta un proceso de “desplazamiento climático” que tiene como telón de fondo la ausencia de una política pública ambiental que le haga frente al cambio climático y responda estratégicamente a la gestión de riesgos, ordenamiento territorial y a la justicia climática. Los gobernantes de la región Centroamericana han reiterado en diversas ocasiones que las poblaciones de la región son víctimas del cambio climático. Sin embargo, se debe analizar el concepto de “víctimas”, al tenor de la ausencia de acciones radicales que deben realizar los gobernantes para frenar este flagelo que amenaza la sobrevivencia no solo de la región, sino del planeta.
Enoc Reyes, responsable de la oficina de Cambio Climático del Gobierno, ha dicho en los medios de comunicación que “el panorama para Honduras en los próximos años no consiste en frenar el cambio climático, sino cómo adaptarse a él”[3]. La administración de Juan Orlando Hernández sostiene abiertamente que “la tragedia del cambio climático es un daño que han hecho los países desarrollados y por es0 pide al mundo que compense el daño que han hecho”[4]. Lo anterior puede ser considerado como un acto de resistencia y de rebeldía, sin embargo, es un cuestionamiento de carácter instrumental, con la intención de atraer recursos económicos, para adaptarnos y no para frenar el cambio climático.
Si bien es cierto que la región Centroamérica no emite un porcentaje elevado de gases a la atmosfera (principal causante del Cambio Climático), el problema reside, como lo sustentan diversos estudios, en aspectos como los siguientes: las políticas de adaptación al cambio climático no han estado acompañas de acciones integrales y coordinadas con las comunidades; existe una precaria inversión en la ciencia climatológica y la modernización del Estado, desde una ausente mirada ambiental. En ese sentido, otros estudios añaden que, ante el retardo de los Estados por adaptarse de manera sostenible al cambio climático, la única vía que existe para salvar a la humanidad es atacar las causas estructurales que originan el cambio climático: el actual modelo de desarrollo depredador y su enfoque extractivista.
En la actual coyuntura, la narrativa discursiva de la administración Hernández para acceder a fondos para la reconstrucción sostenible del país, se basa en el acceso a los denominados fondos verdes que ofrece la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Sobre esos fondos, Ana Victoria Rodríguez, oficial de Cambio Climático de la organización ecologista World Wildlife Fund (WWF), se refirió de la siguiente manera: “si nosotros seguimos desarrollándonos de la misma manera, vamos a seguir teniendo los mismos problemas. Lo que los países tienen que hacer es cambiar la forma del desarrollo”[5].
Entre frenar el cambio climático y adaptarse a él, existe un amplio trecho de reconocimiento y negación. En la actual coyuntura, existe en el seno de la institucionalidad pública una mirada divergente sobre el asunto de adaptarnos o reconocer el cambio climático. Desde el Instituto de Conservación Forestal (ICF), se expresó que, “se debe elaborar una planificación y políticas de ordenamiento territorial en gestión de riesgos y actividades productivas en las diferentes cuencas”[6]. De igual forma, el viceministro del ICF, Francisco Escalante, señaló que “las inundaciones en Honduras se han generado debido a que el suelo ha ido perdiendo su capacidad de retener agua producto de los daños que han provocado los incendios forestales”[7].
Mientras los expertos abogan por políticas de gestión de riesgos y de ordenamiento territorial, el Gobierno hondureño sigue desarrollando acciones que promueven la política extractiva, la que, según muchos estudios documentados, es una de las responsables de agravar la crisis climática en nuestros países. En ese marco “ con el fin de evitar que el Valle de Sula vuelva a desaparecer bajo las aguas, las autoridades del gobierno, maquiladoras y varios sectores de la zona, firmaron un acuerdo que dará paso a la construcción de las represas El Tablón, Jicatuyo y Los Llanitos”[8]. Además, se prevé que, “las cuatro referidas represas promoverán una gran inversión nacional y extranjera, brindarán seguridad energética renovable al país y potenciarán la producción industrial y agrícola de Honduras, al recuperar y asegurar miles de hectáreas para los cultivos agrícolas, así como aseguraría la industria y el comercio de la región”[9].
Por su parte, las organizaciones territoriales han expresado su rechazo a esa iniciativa. En un comunicado, el Movimiento Ambientalista Santabarbarense (MAS), ha declarado “que la vulnerabilidad en el Valle de Sula se debe a que el Estado abandonó completamente las obras de mitigación de las riberas de los Ríos Ulua y Chamelecón, por la complicidad de proyectos habitacionales en zonas de riesgo, sin estudios de impacto ambiental y la destrucción ambiental del Valle de Sula producto del monocultivo de la caña de azúcar y la palma africana”[10].
En Hondura no existe un interés por transformar el actual modelo de desarrollo y su enfoque extractivista que desde hace décadas despoja a las comunidades de sus bienes comunes naturales, dota de las mejores tierras al sector agroempresarial y deja que los campesinos y campesinas siembren sus cultivos en las riberas de los ríos y emprende grandes complejos habitacionales, con el afán de generar riquezas sin importar la vulnerabilidad territorial y los impactos ambientales.
En conclusión, lo que se evidencia en la actual coyuntura es que el cambio climático se utiliza como el arma mediática para canalizar fondos para el proceso de transformación sostenible, con grandes contradicciones socioambientales y, por otro lado, se emprenden acciones que tienden a agravar la dinámica climática y ambiental de los territorios asediados por los impactos del extractivismo forestal y el monocultivo agroindustrial. En el fondo, el país avanza hacia un proceso de transformación sostenible bajo la misma lógica de desarrollo que promueve el actual modelo de desarrollo responsable de los efectos del cambio climático y de los desplazamientos climáticos.
Recomendaciones
Desde el CESPAD consideramos que es necesario avanzar en una dirección estratégica, con el objetivo de avanzar en un proceso de reconstrucción sostenible, desde un enfoque ambiental y ecológico, con amplia participación de las organizaciones territoriales y ambientalistas:
- La construcción de un pacto eco social: El cambio climático es producto de un modelo de desarrollo económicamente depredador y socialmente insostenible. De allí la importancia de sentar las bases para que el proceso de reconstrucción sostenible tenga una fuerte base y praxis ecológica y ambiental, orientada a abrir un proceso de transición económica y cultural que reduzca el uso de combustible fósiles, la explotación extractiva del agua, bosque y tierra, y forjar una ética ciudadana responsable hacia la naturaleza y el medio ambiente. En definitiva, este pacto eco social deberá reducir las desigualdades y las exclusiones que deja a su paso el cambio climático a través de sequías e inundaciones.
- Reconocer la labor ambientalista y ecológica de las organizaciones locales: Un pacto eco-social y la reconstrucción sostenible será posible si las organizaciones sociales y comunitarias son partícipes del proceso de reconstrucción sostenible. Lo anterior consiste en que las comunidades tracen, de manera autónoma y estratégica, su visión y plan de desarrollo, el cual, a la vez, debe contener los elementos básicos para contrarrestar y adaptarse sosteniblemente al cambio climático. De igual forma, el Estado deberá reconocer públicamente la labor que desempeñan las organizaciones locales en la defensa del ambiente.
Crear instancias públicas con capacidades técnicas y científicas: Un pacto eco-social requiere de un componente técnico y científico capaz de dar respuestas inmediatas y soluciones certeras a la crisis climática que afecta al país. Estas instancias deberán promover un debate informado, influir en el Estado mediante políticas públicas y asesorar en materia ambiental y ecológica, la construcción de una política económica sostenible que siente las bases para un desarrollo centrado en el ser humano y en armonía.
[1] La zona cero del cambio climático en América Latina. Diario El País, 8 de febrero de 2020. https://elpais.com/sociedad/2020/02/08/actualidad/1581121631_785715.html
[2] Informe de Situación No.5: Honduras Tormenta Tropical ETA. ONU, Honduras, 5 de diciembre de 2020, https://reliefweb.int/report/honduras/honduras-tormentas-tropicales-eta-e-iota-informe-de-situaci-n-no-05-al-02-de
[3] Honduras se ahoga. Diario El País, 28 de noviembre de 2020, https://elpais.com/internacional/2020-11-27/honduras-se-ahoga.html
[4] JOH pide al mundo “que compense el daño que el cambio climático nos ha hecho”. Hondudiario, 26 de noviembre de 2020, https://hondudiario.com/2020/11/26/joh-pide-al-mundo-que-compense-el-dano-que-el-cambio-climatico-nos-ha-hecho/
[5] Centroamérica pide ayuda para la reconstrucción tras los huracanes: “Somos víctimas del cambio climático”. Diario El País, 24 de noviembre de 2020, https://elpais.com/internacional/2020-11-24/centroamerica-pide-ayuda-para-reconstruirse-tras-los-huracanes-somos-victimas-del-cambio-climatico.html?rel=mas
[6] Experta del ICF: políticas forestales y de ordenamiento territorial evitarán más inundaciones. Diario La Tribuna, 19 de noviembre de 2020. https://www.latribuna.hn/2020/11/19/experta-del-icf-politicas-forestales-y-de-ordenamiento-territorial-evitaran-mas-inundaciones/
[7] Incendios en los bosques han reducido la capacidad del suelo para retener agua: ICF. Hondudiario, 22 de noviembre de 2020. https://hondudiario.com/2020/11/22/incendios-en-los-bosques-han-reducido-la-capacidad-del-suelo-para-retener-agua-icf/
[8] Firman acuerdo para la construcción de tres represas en el valle de Sula. Diario El Heraldo, 26 de noviembre de 2020, https://www.elheraldo.hn/pais/1425285-466/firman-acuerdo-construccion-tres-represa-valle-de-sula
[9] Construcción de represas en el Valle de Sula, crucial para salvaguardar vidas y propiedades. Diario El País, 26 de noviembre de 2020, https://www.elpais.hn/2020/11/26/construccion-de-represas-en-el-valle-de-sula-crucial-para-salvaguardar-vidas-y-propiedades/
[10] Comunicado del MAS, 19 de noviembre de 2020.