Análisis semanal | Los muertos que ponen el pueblo y el personal de Salud

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Foto: La Nación / Costa Rica

Por: Claudia Mendoza, periodista y analista del CESPAD
12 de julio del 2020

A continuación se presenta el análisis del principal acontecimiento semanal del país, desde la perspectiva del CESPAD.

“Es mi mamá la que está allí, que necesita oxígeno. No son animales los que están adentro”, gritaba desesperado un hombre en las afueras del hospital público de la ciudad de Choluteca, sur de Honduras, en un video que circuló en los medios de comunicación durante esta semana que recién trascurrió. El grito de este y de muchos otros ciudadanos que en este hospital terminaron hasta “peleándose por oxígeno”, es una alerta clara del colapso al que están llegando los hospitales públicos en Honduras.

Y es que mientras esto ocurría en el sur, en el oriente del país las autoridades del hospital Gabriela Alvarado de la ciudad de Danlí, El Paraíso, ya habían informado a los medios locales (4 de julio) que este hospital colapsó y que solicitaron al gobierno la compra de oxígeno para los pacientes infectados con covid-19.

También, días atrás, en el centro de Honduras, las autoridades del Hospital Santa Teresa de Comayagua, dijeron a los medios de comunicación que debido al incremento de casos, había colapsado la sala de covid-19 y se realizaban ampliaciones de emergencia para la atención de pacientes.

De acuerdo con datos oficiales, la Secretaría de Salud de Honduras dispone de 29 hospitales que proveen un total aproximado de 4, 093 camas, 57 Clínicas Materno Infantiles (CMI), 380 Centros de Salud con Médico y Odontólogo (CESAMO) y 1, 017 Centros de Salud Rurales (CESAR). Asimismo, tres Clínicas Periféricas de Emergencia (CLIPER) que dependen del Hospital Escuela Universitario (HEU).

Es obvio que se trata de una red de atención a la Salud pública que venía en picada y hacia un colapso imparable mucho antes de la presencia del coronavirus en Honduras y, que ante el contexto exponencial de contagios, ya es insuficiente para atender a la población enferma por el  virus y por otras enfermedades.

Actualmente el país tiene en registro oficial de 27 mil 583 personas contagiadas, y 771 muertes. Sin embargo, la población no desconoce que debido a la negligencia con la que el gobierno hondureño ha manejado la pandemia, existe un sub-registro impresionante de contagios y muertes por Covid19.  En ese registro figuran los más 1, 600 miembros del personal de Salud contagiados por coronavirus y las 25 muertes de 10 médicos, 10 enfermeras y 5, entre anestesiólogos, radiólogos y otras especialidades.

La crisis es tal que la población ya no halla qué hacer ni a quién acudir. Muchos hondureños mueren mientras buscan un espacio en los hospitales públicos, porque ante la voracidad deshumanizada de los hospitales privados, muy pocos pueden costear siquiera el ingreso. Otros prefieren intentar sobrevivir en sus casas, en lugar de hacerlo debajo de una tienda de campaña en donde tiene garantizado que no contarán con una cama y oxígeno.

Las mentiras de un gobierno que no cree en la necesidad de fortalecer el sistema de salud

El 10 de diciembre del 2019, Juan Orlando Hernández sancionó el decreto (144-2019) para obtener un préstamo por más por 53 millones 820 mil dólares con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID). El texto que circuló en los medios de comunicación decía “la capital de Honduras tendrá un nuevo hospital público que atenderá a personas que lleguen de Tegucigalpa como de otras ciudades del país”, y se hacía alusión que esa era la primera etapa del proyecto.

El mandatario también dijo que “el contrato del préstamo permitirá invertir una buena cantidad de recursos en el Hospital de la zona centro, sur y oriente del país”. Sin embargo, hasta la fecha no hay indicios de que este proyecto se haya ejecutado y, si el préstamo se solicitó, nadie sabe ¿dónde está el dinero?

Desde que se declaró la emergencia por la pandemia han transcurrido 4 meses, tiempo en el que, según los conocedores de la materia, se hubiesen construido nuevos hospitales y fortalecido la red hospitalaria ya existente. Y es que el país está inmerso en una hecatombe tal, que resulta imposible comprender por qué la administración Hernández no apuntó en esa dirección o por qué desoye los cuestionamientos, los aportes y el ofrecimiento de trabajar juntos, que le hace el Colegio Médico de Honduras, al igual que otros gremios que de forma multidisciplinaria, podrían ayudar a darle un rumbo distinto y más eficaz al manejo de la pandemia.

Si bien, hasta momento, lo que se registran son pleitos de menor escala por un tanque de oxígeno, no se descarta que ante la impotencia, el miedo y la desesperación, la situación genere que de la crisis sanitaria se evolucione a una crisis social que desemboque en tragedias mayores en la lucha por el derecho a ser atendido.

A estas alturas, es difícil imaginar a algún hondureño que no haya sentido el dolor por la muerte de un conocido, un amigo o un familiar (lejano o cercano). De allí que, la incertidumbre de cuántas personas más se contagiarán en los próximos meses persiste en el aire, al igual que el miedo y el temor de cuántos más morirán, porque al final de todo es la población, junto al personal de Salud del país, la que pone los muertos.