Hugo Fiallos: La curva de contagio se perdió. Nadie sabe por dónde va.

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Por Alessandra Bueso, periodista del CESPAD

20 de junio 2020

Pone el sentido jocoso y una pizca de ironía cuando educa a la población en temas de salud. Con mensajes que llevan frases que van desde “no salga a lo bayunco”, “lávese las manos como si hubiera tocado mierda”, entre otras, mantiene informado y algunos dicen que “alarmando”, al pueblo hondureño.  Sin embargo, es la pandemia del COVID19 y los consejos que brinda a través de sus redes sociales, lo que lanzó a la fama al médico internista Hugo Fiallos.

Fiallos es jefe de la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Militar. Él mismo no se cree que tanta gente lo siga en sus redes sociales, que le pidan consejos y les arranque a sus seguidores carcajadas a través de los tuits o mensajes de Facebook que lanza a cada instante, para decirle a la gente: «CUÍDESE, EL VIRUS ES REAL”.

El equipo de prensa del CESPAD habló con el internista, un hombre que se declara fans de Batman. Y, quien pese a no tener “batimóvil”, tiene algo particular, sus «Batazos»: mensajes sin anestesia para alertar a la gente que, ante el avance del virus, nadie se debe confiar.

La dura situación del personal de Salud de Honduras

Fiallos rememora que cuando en el mundo apenas se hablaba de Coronavirus y a lo lejos Wuhan era la ciudad afectada en China, la mayoría en Honduras pensaba que era imposible que el virus llegara al país. Sin embargo, ya está causando estragos y entre tantas preocupaciones, a Fiallos le intranquiliza la situación del personal del Salud del país.

En los hospitales hay exigencias, presiones, voces de pacientes que piden que no los dejen solos, que les salven la vida; familiares que claman por un milagro. La lucha diaria de los médicos acontece entre el temor, el miedo y la angustia.

«Esta situación provoca que uno entre en estrés. Nos vamos agotando y decimos ya no puedo más. Y cuando uno ve morir a las personas, le digo: es espantoso y no lo deseo a nadie. Ver la angustia en los ojos de la gente por no respirar, es que sencillamente su organismo colapsa y no puede más. Eso quita el sueño”, dice con su voz acongojada.

Foto: Radio América

Este médico dice que hay noches en las que intentando conciliar el sueño empieza a escuchar las alarmas, las máquinas. Es el vivo ambiente del hospital en su cabeza y no hay manera de evitarlo porque el bombardeo es continuo. “Y llega un punto que digo: me voy a desconectar porque no puedo más».

Tenía las manos despedazadas las manos de tanto lavarse

Le pregunté, ¿qué le pasó? y me respondió que esa es su práctica, que se lava a cada rato las manos y que lo hace porque le da temor. Así graficó este médico la sorpresa que le causó ver las manos de una enfermera completamente destrozadas de tanto lavarse con agua y jabón, como un mecanismo de protección ante el alto grado de exposición al contagio del virus en el hospital donde laboran.

Pero esa es apenas una ínfima situación entre muchas que vive a diario el personal de Salud. Hugo “Strange” dice que ni idea tenemos de lo que significa llevar por horas y horas las mascarillas. «Esas mascarillas, duelen. Es un dolor en el puente de la nariz después de usarlas; hasta las orejas duelen tras andarlas seis a ocho horas. Es pesado y algunas cuando han sido usadas sueltan un polvillo que irrita la nariz y garganta. Eso nos está matando. Nadie lo ha hecho notar, pero los trabajadores de salud colapsan y no solo porque se enferman sino porque estamos agotados, mental y físicamente».

Se piensa en el suicidio

La mayoría de los cuestionamientos y críticas que la población hace al manejo de la pandemia por parte del Gobierno, las hace al amparo de la corrupción y el sufrimiento de la población, la que no halla cupo en los hospitales, padece en las aceras de los centros asistenciales, no tiene medicamentos, entre otras situaciones. “Y está muy bien”, dice Fiallos. Sin embargo, agrega que no se piensa en los riesgos, en las ideas suicidas que envuelve la mente de personal de Salud; en las enfermedades que también los rondan al tenor de la abrumadora ansiedad y el pánico que los invade. “Y esto también se traslada a los pacientes”, agrega. Y a eso no se le presta atención.

Fiallos afirma que, así como está Honduras, de lo único que se llena es de tristeza. Y confiesa que a los médicos se les han dejado solos en esta crisis. «Me siento impotente. Estoy con decepción porque siento que nos dejaron solos a los médicos. Desde el mes de diciembre, les dije: hay una enfermedad que se diseminó, se extendió y la gente que debió tomar las riendas, que debió pedirnos consejo a los que nos dábamos cuenta de lo que pasaba, no nos consultaron», lamentó.

Una pandemia que se fue de las manos

A más de cien días de la pandemia en Honduras, Hugo Fiallos dice que las cosas se fueron de control, que ahora se debe trabajar con lo que quede de esta catástrofe. «Esto es como un incendio. Ahora hay que esperar que se destroce todo lo que se tenga que destrozar y trabajar en las cenizas. Ahora hay que recuperarnos del desastre”.

Como médico afirma que Honduras está en una etapa en la que se espera que 8 de cada 10 hondureños se contagien, que haya mucha gente hospitalizada y que muchos regresen a su casa a sufrir, mientras otros mueran porque no hay espacio en donde meterlos. “Ni hay Unidades de Cuidados Intensivos y otros morirán porque tienen otras enfermedades y no hay cómo atenderlos. Así están las cosas», dijo con tono de impotencia.

Diversas instituciones, especialistas y universidades hacen proyecciones de lo que le puede pasar al país en los próximos meses, pero este médico dice que aquí no hay proyección que valga, porque esos números lo único que hacen es causar más angustia en la gente. «Siento que es difícil establecer una proyección; no creo en proyecciones porque eso es causar más angustia. Debemos ir día a día resolviendo problemas. Las proyecciones son eso, proyecciones, cálculos basados en números. SINAGER lleva un retraso en cifras hasta de 21 días. De qué sirve que contemos muertos, si lo que hay que hacer es educar a la gente y explicarle que no todos se van a morir. Pero mire, aquí nadie sabe si le toca o no el premio», agregó.

 

Pide que el hondureño no sea «bayunco»

Con su lenguaje coloquial característico, lanzó en medio de la entrevista un mensaje a los hondureños. «Si la gente sale, le pido no salga a lo bayunco, debe salir protegido, debe saber cómo usar la mascarilla, cómo quitársela y ponérsela. También el momento cuándo usar gel y cuándo lavarse las manos».

Es uno de los que no cree en la sanitización, en esas medidas que generan falsa percepción de seguridad en los ingresos a establecimientos o mercados. «A cien días del virus, no deberían echarles papadas a las llantas de carros, esos mitos no deben seguir ocurriendo. Eso no debería existir porque no sirve para nada. Todos esos fondos que se están usando que los usen en mascarillas, gel, pero manteniendo distancia, por favor».

El imparable contagio

La curva, sí, la famosa curva de contagio se perdió. Nadie sabe por dónde va en Honduras, pero de lo que sí está seguro, dice el médico internista, es que hay un aumento exponencial de casos. “¿Hasta cuándo? No sé, esto es imparable. Yo veo esto como una avalancha que aumenta y es una bola de nieve que crece y arrastra todo lo que encuentre a su paso. Va a ceder en algún momento, porque todo tiene que terminar, pero el daño de país, personas, sociedad estará y, ¿qué va a quedar? Eso es lo que me entristece porque a estas alturas no hay una sociedad unida y tenemos una sociedad egoísta. Estamos en el sálvese quien pueda», criticó.

La mayor preocupación para este médico y muchos más que están en la primera línea es pensar cómo atender a la gente, qué harán con los enfermos, dónde los meten, cómo los atienden. «Se conjugan varias cosas. No es que vengan hospitales, es quién los va a atender. Hay gente que tiene buenas intenciones, pero no tiene experiencia. Traen espacios, pero no están capacitando la gente; qué gente va a atender allí, si van a meter a personal sin experiencia, sin capacidad, sin voluntad, solo porque necesitan un trabajo no será bueno y por eso hay que trabajarlo», dijo con su acostumbrada franqueza.

Y es que nadie desconoce que hoy por hoy, el personal de salud da la batalla sin ningún apoyo. No hay ayuda psicológica ni emocional para la gente que pelea con los enfermos. Son hombres y mujeres que no tienen reposo; no hay día, es todos los días y esa angustia, ese sufrimiento lo cargan. «Luchamos con la muerte, con el dolor. Y esto no hay manera de pararlo. Por eso insistimos en decirles, no salgan, se va a contagiar porque es un virus y anda como caballo loco. Solo pedimos un respiro para el personal de salud; no es lo mismo que se sientan mal 10 personas a que tengamos a 500 haciendo fila», ejemplifico.

Lo critican por lo que comenta

Muchos quisieran que Fiallos pintara un panorama diferente. Pero él dice, «no puedo, porque soy realista y debo decir lo serio que es esto. Aquí solo queda ser sensato y cuidarse mucho, pero hay que aprender a cuidarse. Lo único que puedo decir es que esto no ha pasado (el virus), les pido que no pierdan el miedo; por eso nos estamos contagiando porque la gente ya no le tiene miedo al virus y creemos que ya pasó lo peor».

Recuerda que cuando nadie sabía qué era el COVID, él se encargó de hablar del virus, pero nadie tomó en serio lo que se venía encima. «Les hablamos del fulano virus que nadie sabía que era. Cuando la OMS lanza la alerta publiqué información y les dije está papada va a ser un relajo, pero no hubo una respuesta efectiva. La gente lo tomó a la ligera, pensaron que no iba a ser tan feo y todavía hace tres semanas, dijeron que – ¿dónde están los muertos? – y nos llamaron alarmistas. Hasta el Gobierno nos señaló como eso, alarmistas».

Esa acusación no le generó ninguna satisfacción a Fiallos, porque asegura que lo que ha buscado con cada mensaje es lograr que la gente tome en serio “al bicho”, porque es real y está matando a los hondureños. «Es que se lo toman a chiste y esto a uno le va calando y más, cuando uno está metido en una sala de Cuidados Intensivos y empieza a ver caer gente y entre ellos colegas, entonces decimos esto va en serio. Ahora vemos que cada vez hay menos enfermos de diabetes, por ejemplo, pero hay más con síntomas respiratorios».

Y así va Hugo Fiallos, con su nombre en twitter “Hugo Strange”. Sigue su letanía diaria en las redes hablando con los «compas», porque la pandemia le deja cientos de fans que ansiosos cada día esperan sus mensajes. «Es que soy como los nances, sólo por temporadas. Así que estoy en la temporada del Virus con muchos seguidores y eso me causa sorpresa. Me halaga que tanta gente me siga. Jamás me espere que tanta gente se identifique con mis consejos. Trato de hablarle a la gente en su idioma. De qué me sirve decirle a un campesino que está en una tormenta de citoquinas y pensará que le hable de su tía. Así que por eso hay que hablar claro y ese soy yo».

Cerró la entrevista dando un consejo a las y los hondureños: «tengan miedo, mucho miedo, pero no entren en pánico”.

Descargar: Periodismo13 – CESPAD

1 Comentario

  1. Felicitaciones por este reportaje.
    Es doloroso leer cuánta verdad hay en esas palabras de ese profesional de la salud porque no sólo retrata a Honduras, somos varios países en América con semejanza al suyo…

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