Reporte Semanal (7): COVID-19 y la Crisis de los Derechos Ciudadanos en Honduras, ¿qué hacer ante la reapertura económica del país?

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8 de junio del 2020

Durante el período del del 1 al 7 de junio en clave de derechos humanos y libertades políticas constitucionales, el acontecimiento que marco la coyuntura del país fue la implementación de la fase 0, la cual da paso a la reapertura inteligente de la economía del país.

El contexto de la reapertura económica del país

Después de más de 80 días en confinamiento, parte de la población hondureña se prepara para regresar a sus quehaceres sociales y laborales, luego que desde el gobierno se estableciera el plan de reapertura inteligente, a implementarse en su totalidad en menos de dos meses según lo establece el itinerario de cada fase.

La reapertura económica del país se viene dando alrededor de cuatro elementos de fondo. Primero, el fracaso de la cuarentena. El gobierno en más de 80 días de confinamiento fue incapaz de frenar el avance y expansión del COVID-19, a tal punto que Honduras tiene el mayor número de personas contagiadas y la tasa de letalidad más alta de la región centroamericana.

Segundo, la avaricia desmedida de la élite económica. La élite económica con un apabullante discurso de nacionalismo, expresó que era urgentísimo reabrir la economía para salvar empleos. Sobreponer la economía por encima de la vida es uno de los principios básicos de la economía neoliberal, aunque en la retórica los grupos económicos se ensalcen la boca hablando de derechos y empleos, lo cierto, (como se demuestra en la maquila), es que los trabajadores(as) se enfrentan ante altos riesgos de contagio.

Tercero, el colapso de la red hospitalaria pública. Si antes del COVID-19 el sistema de salud pública era débil, ahora es más débil y precario, a la vez que transita hacia un colapso total. En un contexto de país donde se han aprobado miles de millones de lempiras para fortalecer dicho sector, en pleno proceso de reapertura económica los profesionales de la salud siguen solicitando material y equipo de bioseguridad para atender a las personas contagiadas.

Y cuarto, la sentencia de la élite política. Bajo el discurso retorico: “tenemos que aprender a vivir con el virus”, la élite política, no solo da muestras de su desinterés hacia la salud de la sociedad hondureña, en el fondo busca gestionar el deterioro de un gobierno en crisis y en permanente debacle. En ese marco la élite abre un nuevo episodio de la crisis sanitaria en el país, a la vez que va demostrando con mayor claridad sus intenciones políticas en el corto y mediano plazo: mayor control social, permanencia en el poder y deterioro del tejido social.

En resumen, ese nuevo episodio de la crisis sanitaria tiende a desatar una serie de implicaciones políticas, económicas y sociales muy grandes que pueden desembocar en escenarios poco favorables para la sociedad hondureña. Es por eso que la actual reapertura es necesario verla en prospectiva política, alrededor de todo un análisis que de luces de por donde avanzará y se movería la actual crisis del país.

¿Qué podemos hacer en la actual coyuntura?

Desde el CESPAD consideramos que es urgente que los espacios organizados y organizaciones sociales del país en el corto plazo avancen en la siguiente dirección:

a. Romper el confinamiento social inteligentemente: Esta idea nos invita a romper el confinamiento en tres direcciones: mentalmente, políticamente y organizativamente. Lo anterior nos invita a pensarnos y repensarnos en escenarios de futuro. Tres preguntas acompañan esa premisa: ¿Cómo será la sociedad hondureña después de la actual crisis? ¿Cuáles serán las formas de protesta y las dimensiones del descontento ciudadano? ¿Hacia dónde debe apuntar la transformación democrática del país? Pensar en esas dimensiones (diagnóstico, viabilidad y transformación), nos obligan a romper el confinamiento social, a la vez que se van tejiendo nuevas formas de ver el futuro, fortaleciendo la esperanza y reinventando prácticas de acciones políticas.

b. Articular un espacio de concertación social: En relación al punto anterior, en la actual coyuntura es importante superar el aislamiento político y la fragmentación social, como parte de la necesaria ruptura del confinamiento social. A partir de las pequeñas articulaciones actualmente existentes que se mueven en torno a agendas diversas que promueven y defienden derechos sectoriales (ambientales, agrarios, de mujeres, salud, educación, de la diversidad, niñez y juventud, y muchos temas más). Sin desconocer los centros de pensamiento y aquellos espacios que propugnan por los derechos cívicos y políticos de cara al proceso electoral. A partir de esta diversidad de articulaciones es necesario avanzar a una articulación mayor.

El momento histórico que vivimos, exige constituir un espacio de concertación social encaminado a abrir un espacio más amplio de articulación político y social, con actores afines y dispuestos de avanzar en la transformación democrática del país. El espacio de concertación les permitirá a las organizaciones sociales y sectores populares contar con una plataforma amplia de lucha social.

c. Construir una narrativa popular de la crisis: Es importante construir una narrativa de la crisis desde los sectores populares, orientada a disputarle al gobierno la verdad y la versión de lo que pasa en el país, partiendo de los temas que se mueven alrededor de la actual coyuntura. El seguimiento a la crisis debe tener una sentido político y estratégico. Político, orientado a poner en evidencia la crisis de la sociedad hondureña desde una visión histórica y estructural. Estratégico, orientado a captar el momento de la coyuntura, a la vez que se van visualizando posibles escenarios políticos y rutas de acción política. El seguimiento a la crisis les permitirá a las organizaciones sociales contar con una herramienta de reflexión y accionar estratégico en el corto y mediano plazo.

d. Consensuar una agenda popular mínima para enfrentar la crisis: La acción política para que sea transformadora debe ser coordinada y procesada alrededor de mecanismos e instrumentos democráticos. En ese sentido una agenda mínima para enfrentar la crisis debe considerar las distintas agendas que se disputan actualmente en el país: agenda anticorrupción, agenda feminista, agenda campesina, agenda estudiantil, agenda territorial, agenda LGTBIQ, agenda electoral y en el sentido más específico, la agenda de los derechos humanos de los sectores más vulnerables.

La agenda deberá ser vista como el punto de partida para la construcción de una propuesta de transformación nacional post pandemia desde los sectores populares, en la mirada de abrir un proceso amplio y prolongado de transformación democrática y democratización social.

Hemos idealizado la manera de posicionarnos críticamente en la actual coyuntura, sin embargo, requiere aterrizar y precisar la forma de hacerlo. La actual coyuntura nos invita a abrir un ejercicio de encuentro democrático alrededor de temas comunes y apuestas políticas compartidas, a la vez que nos obliga a seguir mejorando nuestras herramientas políticas y discursivas para disputarle al gobierno la verdad, el poder y el futuro del país.

Descargar: AnálisisSemanal7DDHH-CESPAD