Crónica | Las historias de uno de los alcaldes más azotados por el Covid19 en Honduras

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Escrito por Danelia Bueso
Periodista y miembro del equipo del analistas del CESPAD

Con su voz entrecortada al revivir todo lo que ha vivido en seis semanas de lucha contra la pandemia, Walter Perdomo, el alcalde electo en tres ocasiones de Villanueva, el Municipio de Honduras más golpeado por el Coronavirus, conversó con el CESPAD y contó cómo ha tenido hasta que rogar gente para que le ayuden a enterrar muertos por Covid19 y convencer a otros, para que le dejen sepultar a los fallecidos por el virus.

Este edil ha enfrentado en su gestión diversas emergencias: inundaciones, incendios forestales, pero nunca imaginó que la Pandemia del COVID-19 lo pusiera a prueba para librar la lucha más dura que ha tenido que enfrentar no sólo como alcalde, sino también como médico y ser humano.

Walter Perdomo, Alcalde del Municipio de Villanueva, Departamento de Cortés. Foto: Diario Tiempo

Villanueva es uno de los 12 municipios más golpeados por el coronavirus, del departamento de Cortés, en el norte de Honduras. 17 pobladores han fallecido como consecuencia de la pandemia, 62 casos de contagios se registran a la fecha y un trabajo por hacer para lidiar entre el estigma, el dolor de las familias y la angustia de su pueblo.

¡Se le fueron los sepultureros!

En Villanueva murió la primera persona por coronavirus en el país y desde entonces este municipio, con más de 180 mil habitantes, ha estado en el ojo del huracán no solo por las cifras. Su alcalde fue noticia en los medios locales de Honduras cuando trascendieron, a cual mejor relato novelesco, las tétricas imágenes de un cementerio solitario, con dos cuerpos sin vida y sin sepultureros.

El 28 de marzo del 2020, el país conocía de la noticia del ruego que Perdomo debió hacer a personas ajenas al entierro, para que le ayudasen a dar cristiana sepultura a los dos primeros fallecidos por Covid19 en su zona. «Tuve mucha paciencia para entender los temores de la gente; tenía los cementerios en medio de la ciudad. La gente empezó a protestar por el temor al contagio pero en medio de la oposición enterramos los primeros dos muertos. Pensamos que iba a ser un entierro de unos 20 minutos pero se tradujo en cuatro horas.

Y así fue. La noche dio paso a la madrugada porque “la gente que teníamos preparada para enterrarlos se nos fue. Tuvimos que convencer a cuatro personas más para que nos ayudarán. Nos costó, pero hasta que les demostramos que el ataúd y el muerto no los iban a contagiar, nos ayudaron”, rememora el edil.

Perdomo dice que eso fue muy duro para él y que su mente se llenó de infinidad de pensamientos. Tenía a un lado a los familiares sufriendo y por el otro, a pobladores llamándolo incasablemente a su teléfono celular para decirle que no los enterrara. “No ha sido fácil conllevar el dolor y el rechazo», dice.

Pero ese era apenas el inicio de muchas batallas. Los habitantes de Villanueva continuaron con la protesta y comenzaron a cerrar los accesos de los cementerios para impedir que otros muertos fueran sepultados. El médico tuvo que ingeniárselas y buscar un cementerio alejado para evitar de nuevo la confrontación.

Dice que la parte más triste en esta historia fue el sufrimiento de las familias, no solo por no poder velar a sus parientes, sino por la angustia de no encontrar un espacio donde sepultarlos, ante el rechazo. «Sólo dejamos entrar a uno o dos familiares y por video llamadas el resto de la familia se despedía de su pariente. Imagínese, por ejemplo, el pastor no pudo ser despedido ni por su familia ni por la congregación.

¡Un revés para los que se oponían a los entierros!

Otro episodio que Perdomo recuerda en toda esta tragedia en Villanueva, es el que vivió cuando enterró los primeros fallecidos por COVID-19. Entre varias, había una familia que en particular era la que más rechazaba, reclamaba y se oponía a los entierros en la comunidad. La expresión “la vida es un bumerán” se aplica a este caso, porque esa familia pasó de ser la principal opositora a los entierros, a una víctima más de la pandemia.

«De las situaciones inexplicables que han ocurrido en Villanueva fue el caso que tuve de esta familia. A ellos también les tocó enfrentar el rechazo, a ellos les costó sepultar a su pariente, entonces comprendieron que nadie está exento de pasar por esto», narró el alcalde.

Otra de las historias que le deja la pandemia a este médico de profesión, es la de otra familia que contraviniendo los protocolos para los que fallecen por el virus, decidió velar y enterrar a un pariente que también era positivo de COVID. «Ellos no hicieron caso; lo velaron en la casa, lo sepultaron y ahora tenemos que, el barrio donde se dio la vela se reportan siete casos de COVID y con probabilidades de que sean más porque mucha gente tuvo contacto en el velorio», rememora.

La solidaridad de Villanueva con los muertos del Valle de Sula

Más allá de sus muertos, Villanueva también es un ejemplo de solidaridad. Es el municipio que ahora abre espacio para los muertos del Valle de Sula. Sólo en tierras villanovences se han sepultado más de 25 fallecidos de otros municipios. Eran pobladores de San Pedro Sula, Choloma y La Lima a quienes en su tierra, su misma gente les negó el derecho de ser sepultados. Pero Villanueva les abrió el espacio.

Víctimas del COVID19 enterradas en cemenaterio de Villanueva, Cortés. Foto: Radio HRN

El alcalde tiene claro que no quiere fosas comunes y por eso dispuso de un predio para que a futuro las familias puedan colocar una lápida y flores a sus deudos. «Tenemos un lugar donde se depositan, de manera cristiana y digna, los cadáveres”, dice. Y es que en ese lugar ya se contabilizan más de 40 entierros.

“Tenemos un cementerio privado que negociamos. Es un lugar bonito donde los familiares podrán hacer su lápida y llevarles flores. Ha sido una tarea dura. Se equipó a siete personas para el terraje, usamos una retroexcavadora y esto ha tenido un costo. Pero no nos importa, lo que buscamos es evitar las fosas comunes», explicó el alcalde.

La fe que le sostiene

La emergencia le pasa la factura al alcalde cada día que pasa. Eso se refleja en su rostro, el que se denota el cansancio. Duerme una o dos horas al día porque el trabajo le ha quitado el sueño. Y es que Perdomo dice que está enfocado en un solo objetivo: proteger a su población.

«Desde antes de la crisis el municipio se preparó, capacitó al personal de salud, patronatos, iglesias, la comunidad, pero nada es suficiente cuando en la realidad nos toca enfrentar la emergencia”, dice el edil, mientras agrega, “estamos preparando ahora a la gente para luchar contra las estigmatizaciones. En Villanueva hacemos cadenas de oración, días de ayuno en todas las iglesias. La fe nos sostiene. Nuestra oración va para fortalecer los valores espirituales en las familias y que seamos solidarios. Hay mucho por hacer aún, pero estamos haciendo un frente común con los municipios cercanos, porque sólo unidos vamos a enfrentar esto».

En Villanueva se han organizado equipos de respuesta que van de “casa en casa” para identificar nuevos casos y actuar a tiempo. Aquí, dice, no solo se lucha contra la pandemia. A su alrededor también están los problemas cotidianos como la recolección de basura, el colapso de agua potable, niños encerrados en ambientes hostiles, la ventas de bebidas alcohólicas, personas que quieren llevar la vida con normalidad, el hambre, ancianos solos, en fin, un enjambre de problemas a los que tiene que hacerles frente, día tras día, en medio de la pandemia.

«Cuando teníamos siete a diez casos no teníamos equipo. Pero el Gobierno nos contrató 10 médicos, enfermeras y hasta hace poco tuvimos la presencia de la OPS y la brigada Cubana”, narra el alcalde. Villanueva tiene, además, promotores que reciben denuncias y dan asistencia. Se creó una línea de consulta de psicología, con seis profesionales que atienden a la población. También hay 12 médicos para atender el llamado de las personas ante el Covid19, porque por la pandemia se paralizó la atención para pacientes de otras enfermedades.

“Ahora paso pendiente de estadísticas, pronósticos, propuestas institucionales, porque hay que orientar y sobre todo dar vibras positivas a la gente. Pese a cualquier cansancio debo irradiar positivismo y enfrentar esto», continuó diciendo el alcalde.

Perdomo sabe que es vulnerable, que debe tener una estrategia para no causar más angustia en su gente. Le preocupa que poco a poco la gente se está acostumbrando a la muerte, una  deshumanización, asegura, que al final también les pasará factura. “Hoy pensaba que después de esto hay que hacer todo un trabajo de cultura en hogares, escuelas, lo humano. Los valores morales y espirituales”, dice.

Este hombre de 59 años de edad, podría escribir libros enteros con historias del Covid19 y su municipio. Pero dice que lo vivido en el país y específicamente en Villanueva, dejará una lección: “tenemos que reconstruir, ir más  allá de lo político. Esta emergencia nos exige un cambio de actitud. No sé que más le pasará a Villanueva, solo sé que debo sacar fuerzas para seguir ayudando a mi gente», finalizó diciendo.