Escrito por Danelia Bueso, periodista y analista del CESPAD
24 de marzo 2020
«Preparémonos para el peor escenario«, es la frase que llamó mucho la atención de entre lo que dijo en cadena nacional el mandatario hondureño Juan Orlando Hernández, en la comparecencia del miércoles 18 de marzo, al referirse a las medidas y avances del COVID-19, en el país. La frase caló porque para muchos es el preludio de lo que, en las próximas horas, días o semanas, el país pueda vivir ante el avance del contagio del Coronavirus.
– ¿Se tomaron o no las acciones en tiempo? – No lo sabemos. Es difícil saberlo, es una enfermedad que ha puesto de cabeza al mundo y que radicalmente ha cambiado la vida de todos, mostrando lo frágil que somos. Si a países como China, con toda su artillería de salud y capacidad financiera, les tomó cinco meses contener el avance del virus, mientras en otros como España, Italia y Estados Unidos se encuentran en plena lucha para evitar que más gente se contagie y muera, son impredecibles los escenarios que en Honduras se puedan presentar.
Pero si esa frase pronunciada por el mandatario puso “la piel de gallina” a muchos, la comparecencia de Hernández, tres días después, el sábado 21 de marzo, preocupó aún más a los hondureños. «Son momentos duros, de miedo y de pánico. En Honduras será difícil, debemos prepararnos para el peor de los escenarios, no sólo como Gobierno, debemos prepararnos todos. No sabemos lo que puede venir. Próximas horas y días siguientes, serán claves, son de vida o muerte» dijo.
¿Qué nos espera? es la pregunta que se escucha en el silencio de las vacías calles de Tegucigalpa, por las que aún transitan pocos hondureños en busca de alimento o de ganarse unos centavos para alimentar a sus familias. Las cifras de casos positivos van en aumento y según el pronóstico del Dr. Carlos Umaña, Presidente de Médicos del Instituto Hondureño de Seguridad Social, en los próximos siete días, los contagiados que se identificaron en la semana del 16 al 21 de marzo, se van a volver positivos. «Estamos esperando para nuestro país entre 60 y 105 casos confirmados de este virus. Quiero darles la mala noticia, hay dos pacientes a nivel nacional que adquirieron la enfermedad en el medio ambiente. No viajaron, no se juntaron con ningún enfermo o contacto de los enfermos, sino que adquirieron en el medio ambiente de las ciudades de San Pedro Sula y Tegucigalpa», explicó el galeno.
Estas aseveraciones indican que los hondureños nos vamos a jugar la semana más importante en la historia del país. ¿Por qué? preguntarán muchos, porque nos enfrentamos a un virus que busca penetrar en el organismo a toda costa y por eso es que las autoridades recomiendan y ordenan el aislamiento social, una medida que muchos no quieren acatar porque aún no comprenden la magnitud de las repercusiones del contagio. La gente ha circulado sin temor, sin imaginar que son nuestras vidas las que están en juego.
Rebasar el número de 35 casos, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), significará para cada país que no habrá retorno y Honduras no es la excepción porque el número de casos aumentará de manera exponencial y es cuando las capacidades del sistema sanitario del país colapsarán.
Ningún Gobierno estaba preparado para atender una pandemia de tal magnitud. Todo resulta nuevo. Un virus que apenas se va estudiando y del cual hasta los propios científicos ignoran si será capaz de mutarse y crear rebrotes. Esta pandemia no sólo es la afectación directa sobre la salud de todos los hondureños, sino sobre la economía y del impacto social que dejará a partir del saldo que nos dejé el COVID-19.
Ningún sistema podrá absorber las demandas que se producen durante una epidemia que cada día aumenta el número de casos. Nos han hablado de prevención y contención, como medida para responder de modo adecuado a una situación que conforme avancen los días, se irá agravando.
«Estamos en la curva ascendente, la mejor vacuna es quedarse en casa. Lo que tenemos que hacer es seguir las instrucciones de Salud Pública, no hay alternativas. El problema es que cuando hay poblaciones dispersas o problemas de acceso, pobreza o violencia por otra casa se complica», dijo a los medios de comunicación el epidemiólogo Tito Alvarado.
Sin alarmar
No se busca alarmar, simplemente que cada hondureño tome conciencia. No estamos ante una broma o un juego. Es un panorama alarmante. Honduras ahora enfrenta la fase de circulación comunitaria como medio de contagio. Juan Orlando Hernández, a nivel de los países del Triángulo Norte, fue el primero que decidió confinar en sus hogares a los hondureños, para aplicar la única receta que hasta ahora indican los especialistas como medida efectiva en el tema: «QUÉDATE EN CASA».
Además, solicitó un presupuesto de más de 600 millones de lempiras para hacer frente a la crisis, pero, pese a los recursos, el gremio de médicos insiste que no se ha dotado de insumos y equipo para hacer frente a lo que se vendrá en el país. Otra de las quejas es que no se permitió la veeduría de organizaciones y personas ajenas a su círculo, para vigilar que esos fondos se utilicen en esta emergencia. La rendición de cuentas es un tema que en su momento los hondureños deberán exigir porque la prioridad número uno, por ahora, debe concentrarse en salvar vidas. Lo prioritario es evitar que la epidemia no añada más deterioro a una economía que venía en picada y que cada vez más asfixia los bolsillos de los hondureños y que necesita de acciones de la banca pública y privada, un verdadero respiro.
«Todos quisiéramos que nos dieran muchas cosas, pero no se puede. Somos un país con limitaciones. La banca de manera abierta, quiere apoyar a que la economía se reactive. Por ahora se suspenderá el cobro de intereses moratorios durante la emergencia», explicó María Lydia Solano de la Asociación Hondureña de Instituciones Bancarias (AHIBA).
La salud a toda costa debe ser preservada, es un derecho que deben garantizar los Estados y gobiernos. No hay que perder tiempo, cada segundo cuenta. Es hora de pasar de un sistema deshumanizante a priorizar la condición humana. Es hora de dejar la mercancía para dar paso a esa dosis de solidaridad y humanismo. Pero, sobre todo, es hora de olvidar colores y partidos, para hacernos un sólo nudo como hondureños. Política sanitaria es igual a política social y esto conlleva a una economía que beneficie a la mayoría de hondureños. Hay muchos desafíos en camino, pero esta emergencia nos deja tiempo para pararnos a pensar, para calmar la ansiedad y pánico y pasar a ser solidarios. Esta puede ser una gran lección para la humanidad porque nos aleja de un mundo sin valores y principios, para mostrarnos que es hora de vencer el frío de las relaciones humanas que hemos construido y que llegó la hora para conectarnos con los demás y empatizarnos.
Descargar: A la vuelta de la esquina – CESPAD