Sin vida se encontró en un basurero el cuerpo de Marcos Tulio Cruz Cruz, el que mostraba signos de tortura, machetazos y balas después de que la noche del martes 8 de octubre, dos personas desconocidas, fuertemente armadas, vestidas de militares y con capuchas negras irrumpieron en su vivienda, mientras se encontraba en recuperación después de haber sido hospitalizado por su condición médica, en Sonaguera, Colón.
Al entrar a la vivienda, los sujetos encontraron a la señora Mélida Hernández de 74 años, Rixy Cruz (madre e hija de Marcos),y a su hermano menor, a quien golpearon salvajemente mientras apuntaban con sus armas a las mujeres. Los sujetos golpearon, esposaron y se llevaron en una camioneta color gris y vidrios polarizados a Marcos. Iba semidesnudo y sangrando. El acto fue presenciado, además, por sus hijos menores de 5 y 2 años de edad.
Marcos, era un campesino vinculado a procesos de recuperación de tierras y socio de la empresa campesina «Unidos lucharemos», de Luzón Palmeras. Hermano de Rigoberto Durán Cruz, quien fue miembro activo del Observatorio de Derechos Humanos del Bajo Aguán y de la Coordinadora de Organizaciones Populares del Aguán (COPA), organizaciones de las que se vio obligado a retirarse por amenazas de muerte y persecución policial en su contra. Sin embargo, Rigoberto (de forma independiente) sigue dando acompañamiento a víctimas de violencia, lo que le ha costado hasta ahora, reiteradas golpizas, intimidación, persecución y ahora el asesinato de su hermano.
Desde el Centro de Estudio para la Democracia (CESPAD), lamentamos el cruel asesinato de Marcos y exigimos al Estado hondureño:
- Iniciar una investigación imparcial y exhaustiva sobre el crimen de Marco Tulio Cruz.
- Adoptar las medidas necesarias para que se resguarde la integridad física de todos los miembros de la familia de Marcos y la integridad emocional de los menores que presenciaron el hecho.
09 de octubre de 2019, Tegucigalpa M.D.C.