Eva Sánchez: la Hormiga que resiste y lucha por los derechos de las mujeres en Honduras

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Por: Nancy García  / Edición: Claudia Mendoza

Su rostro devela los rasgos de su ancestral cultura Lenca. Es pequeña, como las demás indígenas que habitan en el departamento de Intibucá, pero la fuerza, la creatividad, la consistencia y el tesón que caracterizan a Eva Sánchez, explican el por qué dirige una de las organizaciones defensoras de derechos de mujeres más beligerantes en el occidente de Honduras.

Nos sentamos en un tronco seco tirado en el suelo, debajo de árboles frutales. Nuestra plática se hacía acompañar por el concierto de los animales propios del lugar. El clima gélido de La Esperanza era perfecto para escuchar de Eva y escribir una corta semblanza de una de las mujeres que ha expuesto su vida por defender los derechos y la vida de otras.

La organización que dirige es la organización Intibucana de Mujeres Las Hormigas, un nombre proveniente de la Biblia, comenta Eva. Las mujeres de la organización le hacen honor a su nombre porque son silenciosas, apasionadas, solidarias entregadas. Aunque cansadas, sacan fuerzas de flaquezas para continuar, pero su trabajo es invisibilizado igual que el que realizan las mujeres en otras zonas del país; cada día es una oportunidad para empujarse, andar en conjunto. Si una hormiga se detiene las otras la empujan, afirma.

Eva es la hormiga lideresa que nació en Intibucá. Su infancia fue como la de muchas niñas de esta zona, cargada de mucho trabajo y con poco tiempo para jugar. La irresponsabilidad de su padre la privó del amor de su madre, ya que ella tuvo que movilizarse a Tegucigalpa, San Pedro Sula y otras ciudades en donde realizó trabajos domésticos. Debido a que su madre tenía que trabajar, a Eva le tocó reemplazar su papel y cuidar de sus tres hermanas y dos hermanos, junto con su abuela.

“Mi abuela fue prácticamente nuestra madre, a quien todos le decíamos mamá, porque fue quien nos crío. Ella tenía que hacer otras actividades para poder educarnos, lavaba ropa ajena, hacía pan y tortillas para vender y nosotras apoyábamos en todo eso”, comenta Eva.

Al entrar en los pensamientos de esta inquieta mujer y llevarla épocas atrás, los recuerdos que afloran son las visitas al río, pues aunque tenía que lavar ropa ese era el escenario perfecto para bañarse, chapotear en el agua o nadar. Era quizás uno de los pocos momentos para sentirse niña plenamente, porque al regresar a casa tenía que hacer la cena, por eso aprendió a hacer tortillas desde muy pequeña.

 Hoy, Eva, la mayor de sus hermanas y hermanos, tiene 48 años y es madre de 3 mujeres y 1 varón. A pesar de no ser una madre expresiva, dice que ama mucho a los suyos, por eso les acompaña en su andar, les plática de sus vivencias y experiencias, y les invita a ser solidarios con la humanidad. Siempre les recalca que el dinero no debe ser la meta más alta en sus vidas, sí, la solidaridad, el amor y el respeto por las personas. Procura tener conversaciones seguidas con su hijo para que no sea reproductor de violencia y con sus 3 hijas habla de la libertad e independencia, para que puedan alcanzarla.

El Hormiguero de Eva

Con una mochila cargada de sueños, esperanzas, anhelos y un recorrido de hasta más de ocho horas de camino para llegar a las comunidades del Municipio de San Francisco de Opalaca, siempre en Intibucá, Eva comenzó en sumergirse en el mundo de la defensa de derechos humanos a través de la  Asociación para el Desarrollo Rural de Honduras (ADROH).  “Trabajé en Municipalidad de la Esperanza con un proyecto que se llamaba gestión municipal con enfoque de género. Allí empezamos a trabajar en temas como: la planificación estratégica de género, políticas municipales de género. La Esperanza fue el primer municipio de Intibucá, no diría a nivel nacional, pero sí a nivel Departamental que tuvo una política municipal de género”, rememora Eva.


En el Octubre del 2000  junto a otras mujeres que pertenecían a diferentes organizaciones comunitarias, y municipales se organizó la Primera Marcha Departamental de Mujeres en Contra de la Pobreza y la Violencia hacia las mujeres, en la que se elaboró una “Propuesta de Demandas contra la Violencia y Pobreza”, que fue entregada a las Autoridades Municipales de Intibucá, Yamarangila y La Esperanza. A partir de ese momento se siente la necesidad de crear una agrupación de mujeres que dé seguimiento al cumplimiento de las demandas establecidas en la propuesta, Así nació La Organización Las Hormigas, comenta.

Desde Las Hormigas no solo se dio seguimiento a la propuesta, sino también al cumplimiento de otros objetivos encaminados a mejorar la situación de discriminación y desigualdad de las mujeres.

Las mujeres de escasos recursos económicos del Departamento de Intibucá, se convirtieron en el público meta. Para ello comenzaron a coordinar con las autoridades municipales de la zona, con operadores (as) de justicia, Oficinas Municipales de las Mujeres, entre otras estructuras e instancias estatales.

La Agenda Estratégica Municipal de las Mujeres

Sus peleas son diarias. Las batallas por incorporar en las agendas municipales la agenda de las mujeres para que se respalden, se reconozcan y se respeten sus derechos son algunos de los desafíos que la impulsan a mantener en pie una utopía que poco a poco se ha ido haciéndose realidad.

El trabajo de Las Hormigas ha ido dejando un legado, probablemente insuperable en la zona. A la fecha han logrado que al menos 4 municipalidades del departamento de Intibucá incluyeran en sus planes municipales, la que denominan “Agenda Estratégica Municipal de las Mujeres”.

La Agenda de las Mujeres plantea temas sensibles, problemas que viven las mujeres en la zona pero que Las Hormigas presentan con una propuesta de solución: Institucionalidad y Gobernabilidad Democrática con Enfoque de Equidad de Género; Derecho a la Participación Ciudadana, Social y Política de Las Mujeres; Derecho de las Mujeres a la Paz y a una Vida Libre de Violencia; Derecho a la Educación, Formación e Interculturalidad; Garantía de la Salud de las Mujeres durante todo el ciclo de su vida y Sus Derechos Sexuales y Reproductivos; Derechos Económicos, Trabajo, Empleo, Acceso y Control de los Recursos; Derechos Indígenas y Acceso, Uso Sostenible y Control de la Biodiversidad y Los Recursos Naturales

Para ella trabajar con los diferentes gobiernos nacionales pero sobre todo locales, es un verdadero reto porque muchos persiguen intereses personales y marginan la problemática que enfrentan las mujeres de la zona. Pero el sueño y el deseo de que las mujeres vivan sin violencia y  sin discriminación la impulsan a escuchar a aquellas que son víctimas por sus parejas, de sus familiares y del propio sistema que las enjuicia y señala, sin oportunidad de defensa.

“Me reta la vida de las mujeres. Saber que cada vez que nosotras atendemos a una mujer le podemos salvar la vida y aunque pareciera insignificante que solo la escuchamos”, dice con vehemencia, mientras agrega, “una compañera nos dijo una vez: ya sé dónde ir cuando tengo que salir huyendo de mi casa”. Porque ella regresó con su compañero porque no hubo un buen proceso de justicia. Cómo sensibilizar a las autoridades para que actúen de manera inmediata, para que sientan empatía y sepan que algún día puede ser su hija, hermana, la madre la que ande buscando esta ayuda y que les dolería en el alma que otras personas no las atendieran”, cuestiona.

 Hacia dónde avanza Las Hormigas

Eva espera seguir viendo en los rostros de las olvidadas, una sonrisa que indique que sus pasos y los de las demás mujeres que luchan no han sido en vano, que el trabajo desde Las Hormigas va dejando frutos y abriendo caminos para la futura generación.

“La mayor inspiración es ver las sonrisas de esas mujeres después de que llegaron desechas, destrozadas porque no encontraban alternativas y verlas sonreír es la mayor satisfacción”, dice.

Y así, en compañía de un cielo lleno de estrellas y un ambiente de paz y hermandad, la conversación fue llegando a su final. Para Eva, aunque no haya una fórmula que le indique cómo será su vida en diez, quince o veinte años, o cómo terminarán sus últimos días, la alegría que carga a flor de piel y la convicción de que hay que luchar por los derechos de las mujeres son su brújula, su norte, el que espera seguir hasta el fin de sus días.