Honduras, a un año del Golpe Electoral: ¿Qué ha cambiado?

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Escrito por Bladimir López Sánchez, analista político del CESPAD

27 de enero 2019

El 27 de enero de 2018, el país se dividió en dos. En uno de los extremos Juan Orlando Hernández (JOH), luego de un proceso ilegal de reelección presidencial y fraude electoral, se declaraba presidente de la República y en el otro extremo, las fuerzas populares en las calles desconocían a JOH como presidente y ponían en cuestión su proyecto reeleccionista y continuista. En el fondo, lo que estaba en disputa era la continuidad del proyecto autoritario, extractivista y militarista de JOH y la democratización de la sociedad a través de un gobierno con orientación social y popular.

A un año del golpe Electoral el panorama político del país sigue siendo sombrío, lleno de paradojas, pero también se han desarrollado modificaciones políticas importantes. Sombrío, porque en el mediano plazo no se avizora una salida a la crisis política y las contradicciones sociales generadas por la desigualdad y la exclusión social, ha desembocado en fenómenos como las caravanas de migrantes.

Paradojas, en un contexto político en el cual el régimen de JOH atraviesa una de sus mayores crisis de legitimidad, la oposición política ve en el tema electoral la única salida real a la crisis, mientras que la oposición social sigue sin poder constituir y articular un espacio de disputa política, ideológica y cultural contra el régimen. Y en lo referido a las modificaciones, el golpe Electoral implicó un proceso de rupturas y continuidades en términos políticos y sociales, que nos permite comprender el momento histórico que vivimos y trazar acciones encaminadas a avanzar en la transformación democrática del país.

En prospectiva es urgente preguntarse: ¿Hacia dónde avanzan los procesos de reconfiguración de las fuerzas políticas y sociales? ¿Quiénes son los sectores y actores que promueven y lideran estos momentos? ¿Tendrán un alcance real para transformar estructuralmente el estado de crisis en el que vive la sociedad hondureña?

En este análisis se busca indagar y problematizar esas interrogantes.

El historiador Eric Hobsbawm, en una de sus últimas obras “Un tiempo de rupturas”, explicaba que las crisis políticas y los procesos de transición se caracterizan por episodios de ruptura y continuidad. Ruptura, ya que las crisis políticas permiten que los procesos sociales den importantes saltos cualitativos, ya sea de manera conservadora o progresista; y continuidad, ante las limitaciones de los actores sociales en repensar la crisis y generar proyectos alternativos de transformación social, esos saltos cualitativos siguen moviéndose alrededor del antiguo orden que los concibió.   

A un año del golpe electoral, a través de la reconfiguración de las fuerzas políticas, la crisis de legitimidad del régimen de JOH, el blindaje de la élite ante los actos de corrupción, la profundización de la protesta territorial en la defensa de los bienes comunes y la persistencia de la protesta urbana en la defensa de los derechos humamos, fueron los eventos políticos que caracterizaron la coyuntura política del país en el 2018. Aspectos que en el fondo están conllevando a la transformación del campo político en Honduras.

A. La reconfiguración de las fuerzas políticas

Luego del golpe electoral, un hecho que ha marcado la coyuntura del país es la reconfiguración de las fuerzas políticas. Un hecho de importancia ya que, por un lado, ha permitido al régimen de JOH legitimar el golpe Electoral y hasta ahora lograr sostener su proyecto y, por otro lado, ha venido a debilitar significativamente a la oposición política partidaria.

En este análisis sostenemos que la reconfiguración de las fuerzas políticas ha estado determinada por tres eventos: La separación de Salvador Nasralla de la Alianza de Oposición, las pugnas a lo interno del Partido Liberal, debido al proceso de intervención en el Registro Nacional de las Personas (RNP) y los intentos del Gobierno estadounidense por depurar y renovar la élite política tradicional, ante sus nexos con el crimen organizado, narcotráfico y corrupción.

El primer evento ha implicado la imposibilidad de generar una oposición política consolidada frente al régimen de JOH, conllevando a que el Partido Nacional se presente como la única fuerza política capaz de representar los intereses de la élite. Este elemento ha venido a fragmentar el espacio político y la imposibilidad de pensar acciones encaminadas a acelerar la actual deslegitimación del régimen. ¿Sera posible que espacios como la Acción Ciudadana contra la Dictadura logren transformar la actual correlación de fuerzas en el país?

El segundo evento, por la importancia que juega el RNP en los procesos electorales, ha venido abrir un espacio para la aprobación de reformas electorales que permitan el desarrollo de elecciones democráticas, libres y transparentes. En el momento que se escribe este análisis, en el Congreso Nacional se debaten distintas reformas electorales, en donde temas como la reelección presidencial y la segunda vuelta está ausentes de actual proceso de debate y negociación. ¿Lograran estas reformas democratizar, modernizar y transparentar el sistema electoral en Honduras?

El último evento, poco claro y preciso, son las acciones que ha venido emprendiendo el Gobierno estadounidense en los intentos de desplazar a sus viejos aliados en el poder (policías, militares, empresarios y políticos), debido a sus nexos con el crimen organizado, narcotráfico y corrupción. Si bien es cierto, no se ha señalado a los sectores y actores que tejen las estructuras criminales en el país, el gobierno estadounidense, a la misma vez que redefine el tablero político nacional, refuerza su injerencia política y consolida su hegemonía imperial. ¿La actual política del gobierno estadounidense es una apuesta por develar a los actores que tejen la corrupción y las estructuras criminales en el país, o es una política para reforzar su injerencia y mantener la hegemonía en la región?

Las actuales reconfiguraciones políticas permiten comprender la actual dinámica del campo político en Honduras. Aunque a largo plazo no existe certeza de lo que pueda ocurrir, en el corto y mediano plazo esos elementos seguirán determinando la coyuntura política del país.

B. La deslegitimación del régimen de JOH

Un segundo elemento que se ha develado con el golpe electoral, ha sido la profundización de la crisis de legitimidad del régimen de JOH, provocada por el colapso de la institucionalidad pública, el fracaso del modelo económico y el agotamiento del sistema político de partidos.

A un año del golpe electoral, la percepción de los hondureños (as) sobre la democracia evidencia la crisis de legitimidad del régimen de JOH. Según Latinobarómetro (2018), apenas el 13% de la población confía en los partidos políticos, el 41% en el Gobierno, mientras que el 75% considera que se gobierna para unos cuantos grupos poderosos en su propio beneficio, y solamente el 27% está satisfecho con la democracia y el 16% con el modelo económico.

Siguiendo los análisis realizados por Latinobarómetro (2015, 2016, 2017), las percepciones del 2018 son las más bajas de los últimos años en cuanto a su confianza en el régimen político. En el 2016 el 35% de la población confiaban en los partidos políticos, mientras que en el 2017 apenas lo expesaba un 16%. La caída es más abrupta respecto a la aprobación del gobierno, en el 2015 fue una aprobación del 62%, para el 2016 y 2017, la aprobación fue de 47%. Y respecto a la satisfacción con la democracia, en el 2016 era de 42%, mientras que para el 2017 fue de 29%.

A grandes rasgos, esos datos reflejan la crisis de legitimidad del sistema político, a través de la disminución en la confianza en las instituciones y en el liderazgo político. En síntesis, el régimen de JOH se caracteriza por la falta de consenso en la población sobre su gobierno y sus políticas.

C. El blindaje de la élite ante los actos de corrupción

El tercer elemento que ha traído el golpe Electoral, son los mecanismo políticos y legales que la élite en el poder ha venido desarrollando, con el objetivo de blindarse ante las acusaciones por vinculaciones con el narcotráfico, crimen organizado y corrupción, a lo cual se le ha denominado: “pactos de impunidad”.

En recientes investigaciones realizadas desde el CESPAD (1), se pueden identificar los mecanismos utilizados por la élite para blindarse ante los actos de corrupción. En lo legal, reformas a Leyes referentes a temas sobre transparencia y rendición de cuentas, y, en lo político la persistencia de la Ley de Secretos y los esfuerzos por debilitar la institucionalidad de MACCIH-UFECIC. Esta  respuesta de la élite, se dan en un contexto en que el régimen de JOH es cuestionado internacionalmente por los altos índices de corrupción, que según Transparencia Internacional, Honduras del 2015 al 2017 ha subido 12 puntos, ocupando en el 2015 la posición 111 y en el 2017 la posición 135, posición que lo ubica en uno de los países más corruptos de América Latina.

La respuesta de la élite hay que ubicarla alrededor de la actual reconfiguración política y la crisis de legitimidad del régimen, lo cual nos permite comprender la manera en que la crisis de la democracia se mantiene bajo un sistema de impunidad permanente. El blindaje de la élite está logrando sostener la crisis de legitimidad del régimen, creando un sentido común en la población de desesperanza y una sociedad cada vez más fragmentada.

D. La resistencia popular ante el régimen autoritario

Un cuarto y último aspecto que se ha venido a profundizar con el golpe electoral, ha sido la protesta territorial por la defensa de los bienes comunes y la persistencia de la protesta social urbana en la defensa de los derechos humanos. Hay dos maneras de interpretar estos procesos de resistencia: desde una postura pesimista, la cual establece que la protesta no ha logrado profundizar la crisis política de país, y desde una postura optimista, la cual considera que estos ejercicios de resistencia y lucha popular han venido a fortalecer los procesos de repolitización social y acrecentar los niveles conciencia política en la ciudadanía. Para fines de este análisis nos interesa posicionarnos alrededor de la segunda postura.

La siguiente imagen trata de ilustrar la dinámica de la protesta social en Honduras, durante el 2018.

Más allá de las limitaciones estratégicas de la protesta social en Honduras, el cuadro refleja la movilización constante de la ciudadanía y sectores organizados alrededor de los temas sobre los cuales se sostiene el régimen de JOH: violación a los derechos humanos, corrupción, autoritarismo y extractivismo.

Tres aspectos importantes a considerar. Primero, a medida que se radicaliza el proyecto extractivista la lucha territorial se va reforzando y tomando forma, alrededor de procesos organizativos comunitarios y un liderazgo de base orgánico en el cual sobresale el papel protagónico de las mujeres. Segundo, en la zona urbana se constata un proceso de lucha social altamente politizado, evidenciando en gran medida los problemas de la democracia hondureña y la crisis del sistema político. Y un último elemento a considerar, los temas que posiciona la ciudadanía a través de sus acciones de protesta, son problemáticas sociales y políticas   que trascienden lo político-electoral ya que buscan poner en el imaginario de la población la crisis histórica y estructural del país.