Escrito por: Marlin Oscar Ávila
El país más poderoso del mundo, al menos hasta recientemente, Estados Unidos de América, tiene en su clase política al sector más cínico que pueda conocerse en el mundo. Desde hace más de año y medio han debatido frenéticamente una posible intervención del gobierno ruso en las últimas elecciones nacionales para la presidencia. Ahora, su gobierno ha iniciado una guerra comercial internacional, gravando los productos en materia prima y procesados, de lo que llama sus países “socios” del libre mercado. Todo mundo sabe que históricamente, hasta la actualidad, EUA ha intervenido en una elevada proporción de elecciones en los países que cree son o deben ser de su dominio, es decir, más de dos terceras partes de los miembros de las Naciones Unidas. Así mismo, ha sido ese país, junto con Inglaterra y la mayoría de la Unión Europea, quienes promovieron e impusieron el libre mercado al cual ahora se opone la administración Trump. Desde luego, con balances comerciales desfavorables para los llamados, por ellos mismos, países en desarrollo. El argumento de la guerra comercial de la Casa Blanca, es su alto déficit comercial con los demás países industrializados, particularmente, China. Trump sabe que esta guerra le trae beneficios inmediatos (no mediatos) a su necesidad de popularidad política en los sectores nacionalistas estadounidenses, al igual que su política “tolerancia cero”, abonando a su próxima reelección.
En el caso centroamericano, la balanza comercial es deficitaria para la región, más para unos que para otros de sus miembros, pero no se escucha los reproches de los gobernantes y la renuncia a los tratados de “libre comercio”. En el 2016, se registró una exportación de US$46,265.9 millones, mientras se importaron US$86,133 millones de los EUA. Una diferencia o des-balance de casi un 54%. (La Prensa/Económica 23/03/17). Sin embargo, con Nicaragua la balanza comercial ha tenido sus primaveras, donde EUA tuvo déficit comercial. ¿La pregunta es si algún país centroamericano se atrevería a grabar las importaciones desde EUA, para estimular su economía interna y resolver parte de su deuda externa o su déficit fiscal?
Recientemente, Ruanda, un país africano exportador de café, con un 45% de población bajo la linea de la pobreza, decidió subir los aranceles a la ropa usada importada, principalmente de los EUA, de US$0.25 a 2.50 dólares por cada kilogramo, a manera de estimular su industria textil, para subir la demanda de ropa producida internamente. Ruanda importa 17 millones de dólares en ropa usada desde EUA. Esto ha enojado al Tio Sam, quien le amenaza con aplicarle sus leyes de manera bilateral, tal cual lo hace con cualquier otro país del mundo, sin importar la pobreza del país victima.
Esta guerra comercial ya esta a toda marcha, solamente que adentro del campo de batalla, solamente participan los países industrializados del norte, Europa Occidental y Asia. Los demás, observan nerviosos, buscando refugio de protección y evadiendo los golpes directos e indirectos que pueden venir desde esas zonas, esperando que no sean letales. Entre más estrechas sus relaciones comerciales con esos países del G20, que ya implantaron más de cuarenta restricciones comerciales, los efectos e impactos serán mayores. Si antes de iniciado el presente año, habían diversificado la relación comercial, dejando de depender en más del 50% en su comercio con EUA, es posible que los países del Sur tengan posibilidades de mayor maniobra.
Como sabemos, la Organización Mundial del Comercio (OMC) depende más de las aportaciones del G20, y EUA no respeta a los organismos multilaterales cuando estos no coinciden con sus políticas nacionales. Así que, la OMC será poco o nada lo que haga para un comercio justo, y nuestros países sub desarrollados, en esta guerra comercial, se verán obligados a optar. Indudablemente, esta guerra comercial tiene implicaciones políticas internacionales y el mapa mundial esta cada vez más alterado, por las políticas estadounidenses con su guerra comercial, por el Brexit en la UB, y por que los países que están siendo fustigados por el imperio norteamericano, buscan como evadir las sanciones financieras y de mercado de que son objeto. En medio de las guerras comerciales de muchas regiones del mundo y las bélicas de oriente medio, están las batallas por el control de los recursos naturales, en las cuales, quiera latinoamericana o no, está íntimamente vinculada. Es por el control de estos recursos naturales y por la ubicación geográfica de algunos países suramericanos que diariamente nuestros países se ven involucrados en fuertes discusiones internacionales y en represiones intestinas de sus gobernantes.
Otra aberración actual de los EUA, es escandalizarse porque otro gobierno haya podido influir en sus elecciones políticas.
En los últimos días, la derecha rancia de los dos partidos políticos que dominan el espectro político de EUA, le han dirigido toda las baterías letales a su presidente Donald Trump, por las conversaciones con el presidente ruso, Vladimir Putin, a quienes consideran coludidos, para que los Republicanos ganaran las últimas elecciones. Cierto o no, sabemos que eso es como aquel que viste sotana y condena diariamente las relaciones extra-maritales de sus parroquianos, pero tiene regados a varios “ahijados” por su parroquia.
Al menos en Centroamérica se sabe que no puede elegirse un mandatario sin la venia del Departamento de Estado, incluyendo a “izquierdistas” como el caso nicaragüense. Si no, pregúntenle al ex presidente de Honduras, Manuel Zelaya Rosales. Él ni los candidatos de Libre pueden llegar a tomar el poder, si la “Embajada” no se lo aprueba. Así como imponen gobernantes con golpes suaves o duros, definen, no solamente a quién se elige, pero a quiénes el elegido define como miembros de su gabinete. Para el Departamento de Estado, tener un presidente re electo de derecha en Honduras y otro, supuestamente de “izquierda”, en Nicaragua, es una fórmula adecuada en sus relaciones con Centroamérica. No sería difícil adivinar las negociaciones tras bambalinas que J. Orlando Hernández y Daniel Ortega sostuvieron con el Departamento de Estado, la NSA, la DEA y la CIA, para su re elección. La historia latinoamericana esta cundida de ejemplos de intervenciones estadounidenses en las elecciones de sus gobernantes. Por lo que, suena hasta ridículo que ahora, los sectores más conservadores estadounidenses levanten banderas contra una posible intervención en sus últimas elecciones. Ese comportamiento exclusivista no les abona en nada.
Así se desenvuelve el cinismo de los Republicanos y Demócratas conservadores de EUA, mientras tanto, sus medios corporativos siguen aumentando sus capitales con los escándalos que ellos fermentan diariamente.