Marzo inició con un acontecimiento que conmocionó a la sociedad hondureña y a actores mundiales relevantes. Se trata del crimen contra la lideresa indígena, Bertha Cáceres, Coordinadora del Consejo Cívico de Organizaciones Populares e Indígenas de Honduras (COPINH), la madrugada del 03 de marzo. El asesinato fue y sigue siendo condenado por líderes y personalidades mundiales, desde el Congreso de los Estados Unidos, pasando por defensores y defensoras de los Derechos Humanos, hasta actores como Leonardo Di Caprio, quien recientemente había ganado el Oscar a Mejor Actor en la película “El Renacido”.
Bertha, quien en el año 1993 participó en la fundación del COPINH, mantuvo una lucha frontal por la defensa de los territorios indígenas y de comunidades rurales y sus recursos naturales (especialmente el bosque y el agua) en todo el territorio nacional, pero con mayor énfasis en el departamento de Intibucá. La lucha del COPINH y su lideresa Bertha Cáceres se focalizaba en evitar la construcción del proyecto hidroeléctrico Agua Zarca, sobre el Gualcarque, en el departamento de Intibucá. El crimen de Bertha se convirtió en el acontecimiento nacional de mayor impacto político internacional, después del golpe de Estado contra el Presidente José Manuel Zelaya Rosales, el 28 de junio del 2009.
El impacto de este crimen se explica por la universalidad que representa Berta a través de sus luchas como defensora de los Derechos Humanos. Es una síntesis de las batallas indígenas, ambientalistas y feministas de los movimientos sociales más globalizados en el siglo XXI. Pero a la vez, son luchas y movimientos sociales profundamente enraizados en los territorios locales y regionales. Cáceres reunía la condición de dirigente multidimensional: lideresa indígena, ambientalista y feminista. Encarnaba la interseccionalidad de estas luchas y otras, como las clasistas y democráticas.